La prolongada sequía que azota la península de Yucatán está provocando una crisis sin precedentes en la producción de alimentos, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de la región, asegura  Mario Arturo Mena Ávila, experto en agroecología y autor de proyectos agrícolas en el sur de Yucatán.

Señaló que los efectos devastadores se extienden desde los campos de cultivo hasta los mercados locales y las mesas de las familias yucatecas.

En entrevista, los agricultores de toda la península están luchando contra las consecuencias de la falta de lluvia. 

Dijo que en los campos de cultivo, las plantas sufren un estrés hídrico severo. 

“La floración no cuaja correctamente debido al exceso de calor que seca el polen, impidiendo una polinización adecuada. Incluso los cultivos resistentes a la sequía, como la caña de azúcar, están comenzando a mostrar signos de deterioro”, aseguró.

“Los árboles frutales y los huertos familiares, fuentes vitales de alimentos para muchos hogares, se están marchitando”, agregó.

El experto afirmó que como resultado directo de la sequía, la producción agrícola ha disminuido drásticamente en toda la región. 

Tanto la agricultura tecnificada como la de temporal se han visto severamente afectadas. Los rendimientos de los cultivos han caído a niveles alarmantes, lo que ha provocado una escasez generalizada de productos frescos. 

Esta escasez se traduce en un aumento significativo de los precios en los mercados locales y supermercados, dificultando el acceso a alimentos básicos para muchas familias, advirtió.

Mena Avila señaló que la sequía también ha tenido un efecto devastador en la población de abejas, esenciales para la polinización de numerosos cultivos. 

Apuntó que con menos abejas disponibles, la polinización se ve comprometida, lo que a su vez reduce aún más los rendimientos de los cultivos. Esta situación crea un círculo vicioso que amenaza la viabilidad de la agricultura a largo plazo en la región.

Advirtió que ante las condiciones adversas, algunos agricultores se han visto obligados a abandonar sus tierras de cultivo. La escasez de mano de obra y los costos crecientes de mantener los campos productivos han llevado a dejar extensas áreas sin cultivar. 

Indicó que esta situación no solo pone en peligro la seguridad alimentaria actual, sino que también compromete la capacidad futura de la región para producir alimentos.

Frente a esta crisis subrayó es imperativo que se tomen medidas inmediatas para mitigar los efectos de la sequía y garantizar la seguridad alimentaria en Yucatán. 

Esto implica implementar estrategias de riego eficientes, promover prácticas agrícolas sostenibles y diversificar los cultivos para aumentar la resiliencia frente a las condiciones climáticas adversas. Además, es crucial brindar apoyo y capacitación a los agricultores para adaptarse a estos desafíos.

La situación es grave, pero no es demasiado tarde para actuar. La sequía está amenazando la capacidad de Yucatán para alimentar a su población, y se requieren esfuerzos coordinados y acciones decisivas para evitar una crisis alimentaria de proporciones mayores, finalizó.

Bernardo Caamal

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