FOTOS: Carlos Matus

Durante dos días intensos en un congreso en un hotel de la Riviera Maya, el fotoperiodista Carlos Matus no solo estuvo tras el objetivo de su cámara, sino también detrás de las historias que encontró a su paso.

En una noche fresca a la orilla del mar, entre la brisa salada y el bullicio del evento, una voz tímida rompió el silencio. “¿Cuánto por una foto?”, preguntó un joven delgado con un acento familiar para Matus, proveniente de Chiapas como él.

Este joven, llamado Alexander, apenas llevaba un año en Quintana Roo y recientemente había sido ascendido a ayudante de mesero. Su historia, marcada por la migración en busca de oportunidades, refleja la lucha compartida por miles en la región.

Matus, conocedor de la soledad y los desafíos de vivir lejos de casa, compartió consejos con Alexander, instándolo a mantenerse fuerte y enfocado en sus metas. Pero fue el pedido de una simple fotografía lo que reveló la verdadera dignidad detrás del trabajo del joven.

“Es para mandársela a mis papás, que me vean trabajando”, confesó Alexander. En ese momento, Matus comprendió el poder de la imagen para elevar y dignificar la labor de aquellos que a menudo pasan desapercibidos.

A lo largo de la noche, Matus capturó más imágenes de Alexander, regalándole un gesto de reconocimiento a su esfuerzo. Otros compañeros de Alexander siguieron el ejemplo, solicitando sus propias fotografías como un símbolo de valorización de su trabajo.

Para Matus, cada clic de su cámara no solo capturaba momentos, sino también narrativas de dignidad y esfuerzo. Su proyecto personal sobre el trabajo de servicio y su dignificación cobraba vida con cada imagen.

Al rechazar el dinero ofrecido por las fotografías, Matus demostró que el valor de su trabajo no se mide en divisas, sino en el impacto humano que genera. Porque, como él mismo reflexiona, “la fotografía dignifica”.

En una industria marcada por la efervescencia de los eventos, Matus nos recuerda que detrás de cada celebración hay trabajo, esfuerzo y, sobre todo, dignidad. Y aunque técnicamente haya dejado ir 25 dólares, su corazón se llenó con algo mucho más valioso: el reconocimiento de la humanidad en cada rostro que retrata.

Así, con cada clic, Matus nos invita a celebrar la vida y el trabajo de aquellos que, como Alexander, buscan construir un futuro digno lejos de casa. Porque, al final del día, la verdadera riqueza reside en la conexión humana y en la capacidad de contar historias que nos unen como sociedad.

Carlos Matus

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