AMBIENTE URBANO

Juan Carlos Rojo Carrascal

Cuando me preguntan cuál es el medio de transporte que utilizo para desplazarme en la ciudad, mi respuesta siempre será la misma: Todos. Residí dos años en la ciudad de Mérida y me dio tiempo para caminar grandes distancias, usar la bicicleta frecuentemente, así como el automóvil y el transporte público (un año los de antes y otro año el vayven) Eventualmente también utilicé taxis en todas sus modalidades, incluido el mototaxi.

Me dedico, entre otras cosas, a la planificación urbana estratégica donde la movilidad urbana sustentable se enfoca, más que a resolver grandes desplazamientos de la gente a tratar de evitarlos. Hablar de movilidad urbana erróneamente se encasilla solo en los requerimientos de los automovilistas como si el único objetivo fuera resolver sus necesidades sin importar las afectaciones a quienes prescinden de ellos. Como si resolver la movilidad urbana de una ciudad fuera resolver embotellamientos, cruceros, semáforos, estacionamiento, etc. Más ingeniería vial que movilidad de personas.

Así como un chef conoce las propiedades de los ingredientes para saber cómo elaborar un platillo; en el urbanismo nos interesa entender la ciudad y las necesidades de la gente para moverse, desde todas las perspectivas. Es por ello que suelo utilizar todos los medios de transporte y con ello conocer las necesidades de cada usuario. Me gusta escuchar a la gente y atiendo lo que dice sobre la ciudad, son quienes hacen la ciudad. Todo desplazamiento es una lección más aprendida.

Quienes toman decisiones al respecto, podrían comenzar con ponerse los zapatos de los ciudadanos, sobre todo los vulnerables, los que por una u otra razón no poseen un automóvil y requieren desplazarse diariamente en la ciudad.

En Mérida hay personas a pie que requieren cruzar el Periférico diariamente para ir al trabajo o a la escuela. Es inadmisible la condición de una ciudad donde se corre peligro de perder la vida por cumplir necesidades básicas. De igual forma sucede con quienes deciden usar la bicicleta como medio de transporte. Peatones y ciclistas suman una gran cantidad de viajes en la ciudad. Los riesgos se multiplican en las mujeres que recorren espacios vacíos y obscuros; o los niños y jóvenes que todos los días caminan a la escuela y deben cruzar calles con pocas garantías de seguridad. Finalmente, las personas mayores de edad dejan de salir de casa porque la ciudad que antes caminaban a placer se convirtió en territorio hostil para ellos.

Recuerdo una referencia (que me pareció muy fuerte) que el pedagogo italiano Francesco Tonucci hizo en una de sus entrevistas a propósito de la necesidad de hacer ciudades seguras para todos. Se refirió a una persona de la tercera edad que decidió ya no salir de casa porque el tiempo que duraba el verde del semáforo peatonal frente a su casa, no le alcanzaba para llegar al otro lado. Eso es una triste denuncia que abunda hoy -sin ser delatada- en muchos rincones de Mérida.

Sigamos conversando: juancarlosrojo@uas.edu.mx

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