En la localidad de Belén, en los Territorios Palestinos, la guerra entre Israel y Hamás ha dejado huella en su tradicional espíritu navideño.

Este año, la Plaza del Pesebre carece de decoraciones y del emblemático árbol de Navidad gigante, reflejando el ánimo sombrío de sus habitantes.

Según Anton Salmán, alcalde de Belén, esta decisión busca enviar un mensaje claro al mundo: “Queremos mostrar que Palestina sigue sufriendo la ocupación israelí y la injusticia”.

La religión como refugio en tiempos de conflicto

A pesar de la ausencia de celebraciones públicas, la iglesia de la Natividad mantiene su tradicional misa de medianoche, presidida por el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa.

En su visita reciente a Gaza, Pizzaballa expresó: “Vi destrucción, pobreza y desastre, pero también vi vida. No desistan”.

Para los cristianos de la región, que representan una pequeña minoría en Israel y los Territorios Palestinos, la religión continúa siendo un refugio. Este año, la Navidad estará enfocada en la espiritualidad y la oración por el fin del sufrimiento.

Impacto económico y esperanza de paz

La falta de turistas y festejos ha golpeado a los comerciantes locales. Mohamad Awad, vendedor ambulante en Belén desde hace 25 años, expresó su desolación: “Espero que la guerra termine pronto y que vuelvan los turistas”.

Aunque las calles de Belén permanecen tranquilas, la tristeza es evidente. Sin embargo, la esperanza se mantiene viva entre quienes resisten día a día.

Con estas escenas, Belén recuerda al mundo que la paz sigue siendo un anhelo en medio del conflicto.

AFP

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