Belén, cuna de la Navidad, pierde su brillo
En la plaza del Pesebre, un lugar emblemático de Belén, no hay luces, árboles navideños ni peregrinos.
Por segundo año consecutivo, esta ciudad palestina sufre una Navidad sin alegría, marcada por la guerra en Gaza y las estrictas restricciones impuestas por el ejército israelí en Cisjordania ocupada.
La iglesia de la Natividad, habitualmente repleta de visitantes, permanece casi vacía. Solo se escuchan los cánticos de monjes armenios, un eco de lo que alguna vez fue una ciudad vibrante en esta época del año.
Turismo y economía, en caída libre
El turismo, columna vertebral de la economía local, ha desaparecido. Según Mohamed Sabeh, guardia de la iglesia, las restricciones y los controles de seguridad hacen imposible la llegada de visitantes palestinos y extranjeros.
Anton Salman, alcalde de Belén, explica que además de los bloqueos habituales, nuevas barricadas complican aún más la situación. "Esto crea un obstáculo para los visitantes", lamenta Salman.
Celebraciones restringidas: Más plegarias, menos fiestas
Ante la sombría atmósfera de guerra y las pérdidas humanas, las festividades han sido reducidas a eventos religiosos. No habrá desfiles ni marchas, solo plegarias y la visita del patriarca latino de Jerusalén.
"Queremos mostrar al mundo que Belén no está teniendo una Navidad normal", enfatiza el alcalde.
Éxodo creciente por falta de esperanza
La combinación de restricciones y dificultades económicas ha llevado a cientos de familias a abandonar Belén. Según el alcalde, alrededor de 470 familias cristianas han emigrado solo en el último año.
El padre Frederic Masson señala que la falta de perspectivas para los jóvenes está acelerando el éxodo: "Cuando tu futuro está confiscado por el poder político, la esperanza muere".
Fayrouz Aboud, directora de la Alianza Francesa de Belén, indica que muchos buscan aprender francés para emigrar. Incluso su propio hijo ha considerado abandonar la ciudad.
AFP