DE VOZ DE TINTA
Jorge Pacheco Zavala
Ahora que recién hemos celebrado el Día internacional del libro, experimentamos cierta dicha por el hecho de tener de nuestro lado a este amigo incondicional, a este consejero oportuno, y por supuesto, a este contenedor de historias que, inevitablemente, nos ordena de alguna forma el caos que percibimos de la vida. Así lo expresa el filósofo escocés Thomas Carlyle. “Los libros son amigos que nunca decepcionan”.
Leer es más que adquirir conocimiento, leer es aspirar, succionar, aprehender, beber de a sorbos la vida contenida en una historia, en un personaje o en la huella que deja una atmósfera. Leer es uno de los actos más profundos e íntimos de la vida del hombre, representa una conexión con el mundo invisible e inhabitable. Entre el símbolo y la realidad se encuentra la historia que se esconde en un libro. Entre lo trivial o cotidiano y la extraordinaria grandeza de la vida, se cierne la consumación del amor o el fin de la existencia.
Los libros son y han sido, el boleto pagado para los viajes más inusitados. Cualquiera de nosotros puede amanecer en un Londres de mediados del siglo XIX, sumergido en la atmósfera industrial de hombres obreros rodeados de una ciudad de ladrillos colorados y pobreza. Mientras volteas la página, se puede leer en la tapa: “Tiempos difíciles”, Charles Dickens.
Y qué tal si en vez de Inglaterra, eliges caminar por las calles de Cristianía, como se le conocía antiguamente a Oslo, la capital de Noruega. En sus calles te encontrarás deambulando a un joven escritor que sobrevive con la miseria que le pagan por publicar un artículo de vez en vez. La atmósfera de escasez te envuelve, y decides cerrar el libro y detener la inanición del personaje, solo por misericordia. Por unos instantes la novela “Hambre” descansa sobre la mesita de tu sala, Knut Hamsun espera tu regreso.
Y si en vez de recorrer el mundo, te internas en la vida lúgubre y húmeda de esa casona de Donceles en el centro de la ciudad de México; y al hacerlo, la atmósfera de lo sobrenatural te golpea como si quisiera despertarte de tu aburrida vida cotidiana. Una voz te llama desde el fondo del pasillo, es “Aura” que ya te espera impaciente. El aroma de su juventud te rodea, pero mientras más te aproximas, más descubres la genialidad de su autor, Carlos Fuentes.
De alguna manera inexplicable, los libros se van convirtiendo en nuestra realidad mientras caminamos con ellos, en muchas ocasiones nos darán la palabra correcta, en otras, nos confrontarán con nosotros mismos. Como lo dijo alguna vez el escritor y actor español José Luis Vilallonga: “Los libros son como espejos: mirándonos en ellos descubrimos quiénes somos”
Sigamos celebrando a su majestad el Libro, que vengan muchos años más, y por supuesto, que muchos libros más nos habiten…