En 1956, el reconocido muralista Diego Rivera dejó su huella en la vida y la historia de la joven actriz Silvia Pinal, al retratarla en un cuadro que se ha convertido en un ícono del arte mexicano. Este encuentro artístico ocurrió en la casa estudio del pintor, ubicada en San Ángel Inn, al sur de la Ciudad de México.
Un retrato único en la trayectoria de Silvia Pinal
Silvia Pinal, quien por entonces tenía 25 años y comenzaba a consolidarse como actriz tras participar en El inocente junto a Pedro Infante y Sara García, posó para el muralista en un vestido negro que realzaba su figura. En el cuadro, Rivera no solo capturó su imagen frontal, sino también su espalda reflejada en un espejo, resaltando la elegancia de la actriz.
Rivera, conocido por su estilo sincero y apasionado, expresó en una declaración recogida en la cuenta de Instagram de Silvia Pinal:
“La belleza no debe ser propiedad privada. Estoy seguro que con Silvia, yo hubiera pintado el desnudo más hermoso del mundo.”
¿A quién pertenece el cuadro hoy?
Aunque el retrato forma parte del patrimonio artístico nacional gracias a un fideicomiso, los tres herederos de Silvia Pinal —Alejandra Guzmán, Luis Enrique Guzmán y Sylvia Pasquel— comparten su posesión. Esto significa que, aunque se ha especulado sobre su valor, el cuadro no podrá venderse, preservándose como un legado cultural para futuras generaciones.
El arte y el cine, unidos por la historia
Este retrato de Silvia Pinal es un reflejo del impacto que tuvo en su tiempo, no solo como actriz, sino como musa inspiradora de uno de los artistas más influyentes de México. Años después, Pinal protagonizaría cintas memorables como Viridiana y El ángel exterminador, consolidando su lugar en la historia del cine.
La unión de arte y cine en este episodio sigue recordándonos el valor del talento mexicano en todas sus expresiones.