El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, nominó el viernes pasado a la jueza Ketanji Brown Jackson como primera magistrada para integrar la Corte Suprema, pero todavía tiene que salvar un obstáculo: la confirmación del Senado.
El nombramiento a la Corte Suprema, el primero realizado por Biden, no cambiará el equilibrio de poder en el tribunal de nueve magistrados de mayoría conservadora que vela por la constitucionalidad de las leyes y zanjan sobre temas sociales importantes en Estados Unidos.
«Es una de las mentes jurídicas más brillantes de nuestra nación y será una jueza excepcional», aseguró Biden en la Casa Blanca insistiendo en que era un momento «histórico».
Ketanji Brown Jackson fue una de las tres finalistas elegidas según criterios estrictos para justamente evitar críticas durante la fase de confirmación en el Capitolio.
Jackson es magistrada de la Corte de Apelaciones de la ciudad de Washington, que se considera un trampolín para los aspirantes a integrar Corte Suprema. Consiguió el puesto con el respaldo de tres senadores republicanos.
Sustituirá al magistrado progresista Stephen Breyer, quien se jubilará a finales de junio. La principal instancia judicial estadounidense quedará integrada entonces por seis conservadores (entre ellos una mujer) y tres progresistas, todas ellas mujeres.
Ketanji Brown Jackson, madre de dos hijas, se crió en Florida y está casada con un cirujano. Se graduó en la prestigiosa facultad de Derecho de la Universidad de Harvard.
Pero paradójicamente esto le perjudica, dado que los republicanos consideran que en el tribunal hay demasiados jueces licenciados por universidades privadas como Harvard y Yale.
Con información de 24 Horas Nacional
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