Antes de subir a la tribuna del Congreso del Estado para rendir protesta como gobernador de Yucatán, Joaquín Díaz Mena, recibió la bendición de un sacerdote quien pidió a los Dioses del Mayab que lo lleven por el buen rumbo en los próximos seis años. 


Su discurso inicial fue en lengua maya, un gesto conectó con la cultura del Estado y reivindicó el legado de los pueblos originarios. 

La visibilización de la cultura maya no terminó ahí. Tras el solemne Himno Nacional, resonaron las notas del Himno del Estado de Yucatán, lo que marcó el estreno de ese nuevo canto que se aprobó apenas el mes pasado.

La transición hacia el poder de Díaz Mena estuvo marcada por una fiesta popular, donde el folclore y las tradiciones se entrelazaron con el mensaje político. 

Ballet folclórico, orquesta jaranera y una multitud de 50 mil personas -según el Gobierno del Estado- llenaron el corazón del Centro Histórico de Mérida, a la espera de escuchar las palabras de quien prometía un cambio en la vida pública del estado.

El nuevo gobernador aseguró que volverá a despachar desde el Palacio de Gobierno, algo que, según él, las administraciones anteriores habían descuidado. 

Al anochecer, las calles del Centro Histórico, que horas antes vibraban con la energía de la multitud, fueron testigos de una celebración que se extendió hasta la madrugada. 

La Banda El Recodo cerró la jornada alrededor de las tres de la mañana, dejando en el aire una sensación de esperanza para aquellos sectores vulnerables a los que “Huacho” prometió proteger con un gobierno sin tolerancia a la corrupción.

Con la llegada del nuevo día, Mérida despertó con una calma inusual. 

Las primeras horas del uno de octubre ofrecieron una imagen muy diferente a la que el día anterior había dejado la ceremonia de toma de posesión. 

Las recién remodeladas calles del Centro, que durante la noche albergaron a decenas de miles, ahora mostraban su tranquilidad habitual. 

El desmontaje de los escenarios y las vallas que protegieron el evento ocurrió rápidamente, y sólo algunos turistas y residentes disfrutaban de la quietud matutina, mezclada con el aroma a café y el canto de las aves.

La toma de posesión de Díaz Mena, más allá de la política, marcó un hito cultural para Yucatán. La ceremonia y el ambiente que la rodearon parecieron reflejar un renacer del orgullo maya, una reafirmación de lo que significa ser yucateco. 

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