La mejor forma de callarle la boca a los que ingenuamente esperaban una nueva oportunidad para México, con un gobierno que fuera algo más que un puente entre los López llegó con una comunicación oficial del Reino de España.

El equipo de transición de Claudia Sheinbaum, encabezado por Juan Ramón de la Fuente, cometió el grave error diplomático de no invitar al jefe de Estado de España, al Rey Felipe VI.

Con gran torpeza invitaron solo al líder de la mayoría parlamentaria, que en España se desempeña como Presidente del gobierno, al socialista Pedro Sánchez.

Una torpeza de ese nivel era totalmente comprensible bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador, quien claramente privilegia sus dogmas sobre las evidencias, quien sabemos que tiene una pobre formación académica y quien demostró ser altamente influenciable por su primer círculo.

Pero una doctora en ciencias, quien se supone que debe hacer de las evidencias y el pensamiento crítico la base de su actuación, es incomprensible.

Y qué decir de un Juan Ramón de la Fuente, quien, con este hecho, ha mostrado sus verdaderos colores que tiran su imagen de un hombre que se suponía gozaba de un pensamiento universal.

Lo que es comprensible en una persona como López Obrador, es inaceptable en una científica como Sheinbaum Pardo. Sin embargo, hay que abrir los ojos, así es y así será.

Y para que no quedaran dudas, para que no hubiera la posibilidad de interpretar que solo se trató del último coletazo del autócrata, la carta de la presidenta electa no deja espacio para las dudas.

Claudia Sheinbaum no invitó al rey de España porque no respondió a la carta que López Obrador envió al monarca, y de paso al Papa Francisco, para que se disculparan por la conquista.

Esa carta es del 2019 y desde entonces parecía un planteamiento absurdo, lleno de rencores mal intencionados y claramente mal informados. Aquella carta siempre fue un exceso, un documento insultante, no apto de la pluma de un jefe de Estado que pudiera presumir de entereza mental.

Sin embargo, eso que parecía que habría de quedar atrás en tan solo 5 días, la futura mandataria lo arrastra, lo hace suyo, lo magnifica a niveles de una terrible pifia diplomática, que ya le dio la vuelta al mundo, y de paso deja ver que los rencores se arrastran y se heredan.

Lo único que logró el futuro gobierno del “segundo piso de la transformación” fue la unanimidad entre los partidos políticos contrarios en el parlamento español, que condenaron al unísono esta disonancia cognitiva del gobierno entrante.

Ese va a ser el camino en todo, ya no hay duda. Quedó claro que hasta en las peores decisiones de López Obrador habrá continuidad ciega.

No se trata de un error diplomático por inexperiencia, es una acción deliberada. Ordenada por el régimen, asumida con pleno acato por el gobierno entrante que, más allá de enredar la relación con España, con la Unión Europea, deja claro quién sostiene el bastón de mando.

¡Vaya ingenuidad en pensar que habría alguna oportunidad para México!

No, los que creíamos que una doctora en ciencias tendría una mayor capacidad analítica que un porro populista para entender lo que implica causa-efecto, fuimos simplemente estúpidos.

Enrique Campos

      @campossuarez

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