En el corazón de la península de Yucatán, una lengua única lucha por sobrevivir: la Lengua de Señas Maya Yucateca (LSMY).
Esta lengua, que floreció de manera natural entre las comunidades sordas mayas, se encuentra en un estado de peligro extremo según el “Atlas de las lenguas del mundo en peligro” de la UNESCO. Olivier Le Guen, en su obra “El habla de la mano”, documenta este fenómeno lingüístico y cultural, subrayando la urgencia de su preservación.
Día Nacional de la Lengua de Señas Mexicana (LSM)
Desde el 10 de junio de 2005, se celebra anualmente el Día Nacional de la LSM para honrar esta forma de comunicación vital para la comunidad sorda del país.
La LSM es un sistema complejo de signos gestuales articulados con las manos, expresiones faciales, mirada y movimientos corporales, similar en gramática y vocabulario a cualquier lengua oral. Varía según las regiones geográficas de México y se distingue del español en aspectos como el orden de palabras y el uso de verbos.
En Yucatán, destaca la LSMY, que como muchas lenguas de señas emergentes, enfrenta el riesgo de desaparecer.
Su continuidad depende de la presencia de nuevos nacimientos de niños sordos y de la longevidad de los señantes actuales. Si estos factores no se cumplen, la lengua corre el peligro de extinguirse. A pesar de la competencia de los hablantes bilingües, la LSMY se usa principalmente para la comunicación con personas sordas, limitando así su ciclo de vida y su transmisión intergeneracional.
Rápidos Cambios y Evolución
Las lenguas de señas emergentes son dinámicas y están en constante evolución. En Chicán, por ejemplo, se han observado cambios significativos en la concordancia verbal entre generaciones, un fenómeno documentado por Le Guen y Safar. Estos cambios reflejan la adaptabilidad y la innovación dentro de la comunidad, pero también plantean desafíos para la preservación de una forma de lenguaje coherente y estable.
Influencias Externas
El contacto con otras lenguas de señas, como la Lengua de Señas Mexicana (LSM), y la interacción con oyentes también influyen en la evolución de la LSMY. En Nohkop, por ejemplo, la seña usada para “madre-abuela” se ha extendido para referirse de manera más genérica a “mamá”. Además, la influencia de grupos religiosos que enseñan la LSM y la migración laboral de sordos a ciudades como Mérida han introducido nuevas formas y estructuras lingüísticas a la comunidad.
Historias de Vida: Testigos de una Cultura en Transformación
El trabajo de Le Guen destaca historias personales que ilustran la riqueza cultural y los desafíos de la LSMY. Don Teodoro, el sordo más anciano de Chicán, es un ejemplo viviente de la historia de la lengua. Creció utilizando la LSMY sin saber cómo se había inventado, simplemente usándola con sus hermanos desde la infancia. Su vida encapsula la transición de un mundo maya tradicional a uno contemporáneo.
Otra historia es la de Margarita, quien desde los 12 años trabaja en Mérida. A pesar de su vida en la ciudad, mantiene un fuerte vínculo con su pueblo natal, Chicán, y utiliza la LSMY como su medio principal de comunicación. Estas narrativas reflejan la intersección entre el pasado y el presente, y la lucha por mantener viva una forma de comunicación esencial para la identidad cultural de los sordos mayas.
La Urgencia de la Documentación
La labor de documentar la LSMY es urgente. Los cambios rápidos en la lengua y la influencia externa hacen que el tiempo para capturar su esencia sea limitado. La documentación no solo preserva la lengua, sino que también honra las experiencias y la historia de los señantes.
En conclusión, “El habla de la mano” de Olivier Le Guen nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de las lenguas emergentes y la importancia de su preservación. La LSMY es más que un medio de comunicación; es un testimonio vivo de la resiliencia y la riqueza cultural de la comunidad sorda maya. La preservación de esta lengua es un acto de reconocimiento y respeto hacia una parte fundamental de nuestro patrimonio humano.
Aquí pueden leer el documento completo; Lengua de Señas Yucateca