El diputado Harry Gerardo Rodríguez Botello Fierro, del Partido Verde, señaló que la crueldad animal en Yucatán continúa vigente debido a intereses económicos disfrazados de tradición. A pesar de los avances legislativos, prácticas como los torneos de lazo, las corridas de toros y el uso de calesas tiradas por caballos siguen realizándose en varios municipios del estado.
“Detrás de estos espectáculos hay arreglos políticos y negocios disfrazados de cultura”, acusó el legislador.
Torneos de lazo: más negocio que tradición
El diputado criticó que en eventos como los torneos de lazo, los beneficios económicos son compartidos entre empresarios y autoridades municipales, lo que dificulta su erradicación. Señaló que el argumento de “usos y costumbres” no se sostiene frente a la evidente explotación de los animales.
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“Está lleno de intereses económicos. No es una cuestión cultural”, afirmó Rodríguez.
Falta de voluntad política para frenar el maltrato animal
A pesar de que en Yucatán ya se han aprobado leyes en defensa de los animales, el legislador lamentó que no exista un verdadero compromiso en el Congreso del Estado para avanzar en este tema.
“No hemos podido avanzar porque nunca se logra un consenso. Presentar una iniciativa solo para la foto no sirve si al final no se aprueba”, sentenció.
Propuesta para limitar la asistencia a espectáculos con animale
Como alternativa para disminuir la normalización de estas prácticas, Rodríguez propuso prohibir el acceso de menores de edad a este tipo de eventos. Esto, con el fin de romper la brecha generacional y evitar que las nuevas generaciones perpetúen el consumo de espectáculos basados en el sufrimiento animal.
“De otra forma, no veo cómo avanzar, porque no hay consenso”, subrayó.
Un modelo económico que perpetúa la crueldad animal
Finalmente, el legislador enfatizó que el verdadero obstáculo para terminar con la crueldad animal en Yucatán no es la cultura, sino un modelo económico que lucra con el sufrimiento animal y que se sostiene gracias a la falta de voluntad política.
“Los animales siguen pagando el precio de acuerdos políticos y económicos, no de la tradición”, concluyó.