Adultos mayores en Cuba están rompiendo estereotipos y enfrentando la vejez con brazadas firmes. Cada semana, un grupo de veteranos se reúne en la piscina natural del Círculo Social Otto Parellada, en el litoral de La Habana, para practicar natación. El club, llamado Juventud Acumulada, demuestra que la edad no es impedimento para vivir con energía.
"El mar te rejuvenece, el mar te da energía, el mar te alegra, te quita el estrés, el mar es maravilloso", afirma Orestes Quintana, de 87 años, quien aprendió a nadar a los 60 y hoy acumula medallas en competencias nacionales. "Casi no tengo contrincante", dice entre risas, destacando la poca participación de su generación en estos deportes.
Natación como antídoto para adultos mayores en Cuba
Lázaro Díaz, de 75 años, también encontró un alivio físico y emocional en el club. “Ya estaba obsoleto. Me estaba sintiendo la vejez”, reconoce este ingeniero jubilado, que hoy recorre seis kilómetros diarios para entrenar, aún bajo el calor intenso de La Habana.
Por su parte, Eunice Lore, de 74 años y exprofesora de educación física, destaca: “Qué rico es hacer ejercicio sin sentirse sudado”. Para ella, nadar en aguas abiertas no solo es una actividad física, sino una fuente de bienestar.

Juventud acumulada: 25 años de vejez saludable y activa
El club Juventud Acumulada fue fundado en 1999 por Ramón Cordovés, un nadador amateur que se inspiró en una revista con consejos de Johnny Weissmuller, el legendario campeón olímpico y actor de Tarzán. Su hija, María Cristina, de 78 años, se hizo cargo del grupo tras la muerte de su padre. “Fuimos ganando y ganando, hasta que ya se nos reconoció”, asegura.
Hoy en día, el club está abierto a nadadores más jóvenes, aunque mantiene a una quincena de veteranos como estandarte de la vejez activa en Cuba. Fernando Paneque, de 84 años, suma más de 50 medallas, mientras que María Antonia Cendoya, de 88, triunfó en los 50 metros libres este abril.

A pesar de huracanes y escasez, la pasión sigue flotando
El deterioro de la infraestructura y la falta de recursos no han detenido a estos entusiastas. Tras un huracán que destruyó la escalera de salida del agua, deben escalar por muelles de hormigón ruinosos. Pero ninguno deja de asistir. “Ninguno tira la toalla”, resume con orgullo María Cristina.

Fotos e información: AFP