Foto: Juan Manuel Contreras

Una tradición en constante evolución

Los tianguis no son solo espacios comerciales, sino una arraigada tradición que da vida a barrios y colonias cada semana en Mérida. Con casi 50 tianguis activos en la ciudad, estos mercados ambulantes ofrecen una experiencia donde convergen historia, comercio y comunidad.

A lo largo de los últimos 30 años, los tianguis en Mérida han evolucionado de espacios tradicionales de intercambio a microcosmos de la economía local.

En sus inicios, los tianguis ofrecían principalmente productos agrícolas y de primera necesidad traídos por campesinos de comunidades cercanas. Sin embargo, la explosión demográfica y la urbanización de la ciudad han diversificado la oferta.

Uno de los más importantes es el tianguis de la colonia Madero, que se instala cada sábado y reúne a cientos de vendedores y compradores. Aquí, los pasillos abarrotados se llenan de aromas de comida, frutas frescas, ropa, juguetes, herramientas y productos de segunda mano.

A lo largo de los años, estos mercados han evolucionado para adaptarse a las necesidades de los consumidores. Ahora, además de los productos tradicionales, es común encontrar artículos tecnológicos, productos ecológicos y opciones de comida vegana.

Tianguis: más que mercados, un punto de encuentro

Don Francisco ha sido testigo de la transformación de los tianguis: "antes, la mayoría de lo que se vendía era de segunda mano; ahora la gente busca cosas nuevas. También los jóvenes le están entrando al negocio con ideas diferentes, como vender accesorios para celulares".

"Comencé vendiendo piezas que me sobraban de un taller que tenía, y poco a poco esto se convirtió en mi forma de vida", relató el comerciante a 24 HORAS Yucatán.

A pesar de los cambios, asegura que la esencia del tianguis sigue siendo la misma: "aquí no solo vendemos, también escuchamos historias, conocemos gente y hacemos amigos. Es lo que me hace seguir viniendo cada sábado, aunque ya no sea tan fácil cargar todo", reconoció entre risas.

No obstante, los tianguis enfrentan retos importantes, como la competencia de supermercados y la falta de regulación en los espacios donde operan.

¿Cómo regularizar los tianguis sin perder su esencia?

Sobre este tema, el Dr. Javier Becerril García, profesor e investigador de la Facultad de Economía de la UADY, comentó a 24 HORAS Yucatán que los tianguis son una muestra evidente de la informalidad económica que prevalece en el país. Más de la mitad de los yucatecos están en la informalidad laboral, de acuerdo con datos de Inegi

"Estos mercados ambulantes reflejan la actividad económica informal en México. Aunque los vendedores pagan un derecho mínimo al municipio para establecerse, la mayoría de ellos no cuenta con prestaciones laborales como seguro social, ahorro para el retiro o vacaciones, lo que los mantiene en un estado de vulnerabilidad económica", sentenció.

El Dr. Becerril señaló que, aunque muchos trabajadores del tianguis afirman ganar más del salario mínimo diario, el hecho de vivir "al día" genera una espiral de pobreza difícil de romper. 

"Viven ‘al día’ y eso los hace vulnerables. No hay seguridad social ni regulación en sus actividades, lo que deriva en productos más baratos, pero con costos sociales elevados, como la falta de garantías, condiciones insalubres en alimentos o la posibilidad de que algunos artículos provengan del mercado ilícito".

Para enfrentar estos retos, el académico subrayó la importancia de regularizar los tianguis, estableciendo una infraestructura adecuada y condiciones que permitan la formalización gradual de estos mercados.

"En países europeos, por ejemplo, existen los Farmers Market donde los productores venden directamente, pero bajo supervisión y en espacios adecuados. Aquí en Mérida, las autoridades deberían brindar servicios básicos como agua potable, electricidad, baños públicos y supervisión sanitaria para garantizar la calidad de los productos. Esto no solo mejoraría las condiciones de los vendedores, sino también de los consumidores".

El economista también propuso implementar políticas que otorguen concesiones a los comerciantes para operar en espacios formales y regulados, eliminando prácticas que afectan la convivencia urbana, como la ocupación de calles y banquetas.

"Romper el círculo vicioso de la informalidad implica ofrecer mejores condiciones para los tianguistas y exigir un cumplimiento en la calidad de sus productos y servicios. Esto no será sencillo, pero es un paso necesario para que los tianguis sigan siendo un espacio de tradición, encuentro y sustento económico", concluyó Javier Becerril.

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