a migración estudiantil es un proceso lleno de retos emocionales y académicos. Las y los jóvenes que dejan sus hogares para perseguir su desarrollo profesional enfrentan estrés, ansiedad y tristeza, señalaron María José Campos Mota y María Teresa Morales Manrique, investigadoras de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).
Durante la entrevista “Migración, Integración Cultural y Bienestar en las Universidades”, organizada por la Red Mexicana de Universidades Promotoras de la Salud, las expertas destacaron la importancia de que las instituciones educativas promuevan espacios de diálogo y apoyo.
Estrés y adaptación: el impacto emocional
Campos Mota explicó que migrar para estudiar implica no solo buscar el bienestar profesional, sino también adaptarse a un entorno desconocido.
“Los estudiantes migrantes se alejan de sus familias, amigos y rutinas, lo que puede afectar su desempeño escolar y su salud física y mental”, aseguró.
Por su parte, Morales Manrique destacó que la migración no solo involucra a estudiantes internacionales, sino también a quienes se trasladan desde otros municipios o estados.
“Aunque compartan idioma y tradiciones, el cambio de entorno impacta significativamente en su bienestar”, agregó.
La responsabilidad de las universidades
Ambas especialistas subrayaron que las universidades deben sensibilizarse ante estas realidades. Los espacios de tutorías y convivencia son esenciales para generar empatía y apoyar a las y los jóvenes en su proceso de adaptación.
“Fomentar redes de apoyo dentro de las instituciones reduce el sentimiento de discriminación y facilita la integración de los estudiantes migrantes”, concluyó Morales Manrique.
Con estas acciones, las universidades pueden convertirse en un pilar de soporte para quienes enfrentan el desafío de migrar en busca de un mejor futuro.