En Afganistán, las mujeres enfrentan restricciones bajo el régimen talibán que limitan su acceso a la educación y el empleo.
Pese a ello, muchas han encontrado en el emprendimiento una salida para generar ingresos y mantener un papel activo en la sociedad.
Zainab Ferozi, una mujer de Herat, decidió invertir sus ahorros en una fábrica de alfombras.
Ahora, ella sostiene a su familia y da empleo a mujeres que han sido excluidas del ámbito educativo y laboral.
Crecimiento del emprendimiento femenino
La Cámara de Comercio de las Mujeres de Afganistán (AWCCI) reporta un aumento significativo en las inscripciones de empresarias.
Más de 10,000 mujeres lideran pequeñas y medianas empresas (PME), a pesar de las barreras sociales y legales.
Una de las principales dificultades que enfrentan es la necesidad de contar con un “mahram”, un tutor masculino, para realizar desplazamientos largos.
Esta limitación complica el abastecimiento de materias primas y la distribución de sus productos.
Impacto psicológico y social
Para muchas mujeres, el trabajo no solo representa una fuente de ingresos, sino también una forma de superar problemas emocionales. Sumaya Ahmadi, de 15 años, trabaja en una fábrica de alfombras y asegura que su empleo ha mejorado su salud mental.
Con su sueldo, apoya la educación de sus hermanos, ya que a las niñas no se les permite asistir a la escuela.
