Por Juan Carlos Rojo Carrascal

Ambiente urbano

Llegué a Mérida a principios del año pasado. La primera impresión que tuve de la ciudad fue que era segura para caminar. 

Cientos de pasos peatonales a nivel de banqueta por toda la ciudad hablaban de una infraestructura segura y amigable para andar.

Luego de varios meses de caminar la ciudad comprobé que esa infraestructura construida para la seguridad de los peatones terminaba afectándoles más. 

Se les respeta cuando cruzan por ellos, pero cuando decide hacerlo por otra parte deben esperar hasta que no venga un automovilista que se pueda sentir ofendido por “hacerle disminuir la velocidad” para dejarle cruzar. 

Esta actitud bipolar de los automovilistas me sorprendió y me puso en peligro más de una vez.

La actual legislación federal establece que los peatones tienen prioridad ante cualquier otro medio de transporte en la vía pública. Está incluido en Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano (2016), en la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial (2022) y en la Norma Oficial Mexicana NOM-004-SEDATU-2023; aunque la interpretación podría ser muy relativa. Hay quienes dicen que el peatón tiene prioridad, pero “solo donde está permitido cruzar”. 

Es decir, un derecho se interpreta como una vaga oportunidad.

En el Centro Histórico, donde más se camina la ciudad, es donde tienen peores condiciones. La amplitud de las banquetas es mínima para la demanda peatonal y no existen árboles frondosos ni bancas u otros elementos que hagan más ameno caminar este sector que, paradójicamente, tiene la mejor arquitectura de la ciudad. A sus calles les urge ceder un carril vehicular (o los dos) a los peatones. 

La mejor condición para caminar una calle es cuando ésta prescinde de motores. Mérida ya lo merece. Generalmente los comerciantes del lugar rechazan las calles peatonales, pero luego de que se implementan, ellos mismos se convierten en sus principales defensores. Existen muchas ciudades en el mundo donde las personas de a pie tienen toda la autoridad para desplazarse y cruzar la calle por donde les plazca.

Decir primero el peatón, es reconocer su importancia en la ciudad. 

En Mérida quienes deciden caminar están muy lejos de gozar este derecho. La dificultad para caminar es un grave problema de salud pública. Existen vialidades que diariamente requieren cruzar todo tipo de personas: Niños, adultos mayores, gente con dificultades motrices; todos ellos deben hacer largas esperas para encontrar ese momento en que cruzar la calle sea menos peligroso. 

Entre estas vías, el periférico es la más injusta y peligrosa de la ciudad. Por siglos, la única forma de desplazarse por las calles fue caminando. 

Ni las carretas, ni los tranvías, ni las bicicletas habían logrado desplazar a las personas como lo hicieron los automóviles que provocaron acuñar el término “peatón” para quienes deciden desplazarse a pie. 

Los tiempos cambian y las ciudades se están haciendo cada vez más caminables. Mérida no debe quedarse al margen de estos avances.

Sigamos conversando: juancarlosrojo@uas.edu.mx

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