Fotografía: Juan Manuel Contreras

La migración de Yucatán a Estados Unidos ha propiciado un crisol de culturas que es especialmente evidente en los municipios del sur del estado. Este fenómeno ha traído consigo expresiones del vecino país, como es el caso de la cultura lowrider, un movimiento que según sus integrantes se distingue por el respeto y el amor.

En ciudades estadounidenses como San Francisco y Portland habita más de medio millón de yucatecos, según cifras del Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya (Indemaya) por lo que no resulta extraño que, al regresar muchos de ellos, traigan consigo indumentaria y expresiones relacionadas con la cultura chicana.

Son las 12 del mediodía en el parque central de Ticul; y un grupo de personas en cierto modo desentona con la postal dominical. Se visten con pantalones anchos, gorras tipo “snapback” y jerseys de equipos de béisbol. Se encuentran en torno a una docena de bicicletas lowrider. Es el primer evento que organizan.

Entre ellos se encuentra el herrero Pedro López Villanueva, integrante del colectivo Familow, uno de los se dedican a este pasatiempo en Yucatán. Para él, quien es uno de los organizadores del encuentro ciclista, la idea es que la cultura de los lowriders permanezca y crezca en la entidad.

Lamentó que en muchas ocasiones la sociedad suele relacionar este tipo de vehículos con gente de banda, maleantes y pandilleros. No obstante, aclaró, la gente de su agrupación no practica nada de eso, sino todo lo contrario:

“El lowrider es amor, respeto y hermandad. Muchos ven la bicicleta como un hobbie, pero para quien realmente ama la cultura lowrider es un estilo de vida. Si ves a alguien ya sea en bicicleta, coche o moto, que le puedas echar la mano. Esa es nuestra misión siempre, ayudar”.

En el caso del movimiento en Yucatán, Pedro López lamentó que con los años se haya ido a la baja, lo que atribuye a que se trata de un pasatiempo muy costoso: “Te preguntan cuánto ya invertiste; y lo más básico son 10 mil pesos. Entonces con eso prefieren comprarse una moto o un Tsuru”.

A lo largo de 12 años representando a la cultura lowrider, el herrero López Villanueva ha empleado sus conocimientos en la modificación de cientos de bicicletas, algunas de ellas incluso han viajado California y otros estados de la república.

“Pero les da pena decir que un yucateco se las hizo, pues es un movimiento con mayor auge en otras latitudes. En ciudades como Guadalajara o Mexicali tiene más prestigio”, criticó.

Pedro López compartió que las principales características de las bicicletas lowrider es que están “achaparradas” y cuentan con distintos accesorios que pueden llegar a costar hasta 200 mil pesos. Para las personas interesadas en este movimiento pone a disposición su perfil de Facebook. 

Juan Manuel Contreras

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