Fotografía: Edgar Muñoz

Después de 13 años, la Plaza Grande de Mérida es objeto de una nueva remodelación, para convertirla, a sus 482 años de su construcción, en un espacio público inclusivo y accesible, que promueva un estilo de vida saludable y sostenible.

Los trabajos iniciaron frente a la Casa de Montejo, ubicada en la calle 63 entre las calles 60 y 62, cuyo primer propietario fue Francisco de Montejo “El Mozo”, quien ordenó su diseño en 1542.

Frente a esta casa, una máquina rotomartillo y al menos una decena de trabajadores retiran las bancas de herrería con madera, así como los arriates metálicos, para preparar la nueva obra. 

Aref Karam Espósitos, secretario de Obras Públicas, aseguró que se preservarán la mayoría de los árboles para mantener la esencia verde de la plaza, crucial para la sombra y la vida aviar del lugar.

Con una inversión de 137.5 millones de pesos, los trabajos se proyectan concluir antes del 15 de agosto. 

“Nos coordinamos estrechamente con la Policía Municipal para minimizar las molestias, asegurando una gestión eficiente del tráfico en el área”, añadió Karam Espósitos.

La renovación no sólo modernizará el aspecto histórico del Centro, sino también mejorará la accesibilidad y seguridad para los peatones. Incluye la plantación de nuevas especies arbóreas y la reubicación de otras no nativas.

El proyecto unifica el área peatonal y vehicular en un solo nivel para simplificar el tránsito y dar prioridad a los peatones.

Además, se instalará una nueva bandera monumental y se mejorarán las iluminaciones y el mobiliario urbano para enriquecer la experiencia de locales y visitantes.

La Plaza Grande, con su legado histórico desde la fundación de Mérida en 1542, sigue siendo un epicentro de cultura e historia. 

Este proyecto no solo honra ese legado, sino que también mira hacia el futuro, prometiendo un espacio más amigable y atractivo para todos.

Desde su fundación en 1542 por Francisco de Montejo “El Mozo”, la Plaza Grande ha sido el eje central de la vida urbana. 

Inicialmente concebida como la Plaza de Armas, la plaza servía como centro administrativo, donde se asignaron lotes para la construcción de la catedral y las residencias de autoridades coloniales. 

Este diseño seguía el típico esquema de las ciudades hispanoamericanas de la época, organizadas en torno a un cuadro principal para facilitar la defensa y la administración.

A través de los años, la plaza ha cambiado de nombre en varias ocasiones, reflejando los cambios políticos del país. 

En 1812, se renombró como Plaza de la Constitución, y más tarde, en 1821, se le dio el nombre de Plaza de la Independencia, post-independencia de España.

Las remodelaciones del siglo XX trajo consigo cambios significativos, incluyendo la eliminación de cercas perimetrales en 1907 y varias modernizaciones en 1959 y 1978 que transformaron profundamente su estética y funcionalidad. 

La introducción de iluminación moderna y la reconfiguración del espacio para adaptarse a las necesidades de una ciudad en crecimiento marcó una nueva era para la plaza.

El año 2011 fue significativo para la Plaza Grande debido a los trabajos de restauración que llevaron al descubrimiento de adoquines de la época colonial y fragmentos de cerámica prehispánica. 

Estos hallazgos ofrecieron una ventana al pasado prehispánico y colonial de Mérida, proporcionando evidencia tangible de las múltiples capas de historia que conviven en este espacio emblemático.

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