Un descubrimiento se ha realizado en Yucatán y es que el arqueólogo Sergio Grosjean Abimerhi y su equipo dieron a conocer una serie de pinturas rupestres, vestigios arqueológicos e incluso un fenómeno de luz y sombra en medio de la selva. 

El hallazgo se encuentra en protocolo de investigación y la ubicación se mantiene en secreto, ya que se trabaja con el Instituto de Antropología e Historia (INAH) para mantener el sitio lo más inalterable posible.

El también buzo detalló que no fue fácil llegar a este lugar, ya que tuvieron que pedir la ayuda de los pobladores del lugar para que con el apoyo de cuerdas y a rapel pudieran hacer un descenso y finalmente llegar a la caverna.

“Llegamos a la cueva y nos llevamos la sorpresa de encontrarnos con las pinturas rupestres, armamos una segunda exploración, buceamos el cenote y encontramos dos osamentas”, comentó.

El arqueólogo dijo que ya ubicados estos elementos regresaron con un equipo de investigadores del INAH, de quienes se destaca el especialista Luis Alberto Martos López, dedicado a la exploración de cuevas, considerado uno de los mejores del mundo, quien encabezó las mediciones e inspecciones en el lugar.

Grosjean Abimerhi dijo que este descubrimiento es especial, ya que en la región no es común ver pinturas rupestres y mucho menos en tal concentración. 

Detalló que se trata de figuras geométricas, pero también hay algunos personajes, animales, entre otros elementos.

Explicó que la cueva en donde se encontraron estas pinturas tiene una extensión total de unos 40 o 50 metros y que las pinturas ocupan unos 20 metros de ese espacio. 

Relató que el lugar se conservó virgen por mucho tiempo, es decir, luego de los habitantes originales nadie había descendido para interactuar con los elementos hasta su descubrimiento hace cuatro años.

Por si lo anterior fuera poco, dio a conocer que el lugar también sirvió como un lugar ceremonial ya que la evidencia hace pensar en entierros, depósitos funerarios en la parte que tiene agua. 

Además, y similar a lo que pasa en distintas zonas arqueológicas, en las pinturas, para el equinoccio de primavera también se puede apreciar un fenómeno de luz y sombra.

“Los mayas que hicieron esas pinturas, sabían de ese fenómeno de luz y sombra -el equinoccio-, entonces las pinturas se reflejan en el sol cada inicio de primavera”, destacó.

Expuso que los antiguos mayas utilizaban las cuevas como abrigos rocosos, lugares de refugio, muchas veces temporales, no obstante, el caso en cuestión se trata de algo atípico por sus elementos que lo conforman, por su esencia ritualista y por lo deliberado de la posición de las pinturas que se destacan en el cambio de estación como ocurre en la parte norte del Castillo de Chichén Itzá, espacio en donde desciende Kukulkán.

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