Fotografía: Especial

Las historias de mujeres que se encuentran en reclusión en México, y alguna otras que se van ficcionando, dieron vida a la segunda temporada de la exitosa serie Mujeres Asesinas donde, sobresalen aquellas cuyos crímenes tienen que ver con el abuso infantil, el alcohol y el narcotráfico, según la guionista Marisa Gristein.

“Todos estos relatos los fuimos reconstruyendo en el papel, lo que nos interesaba era contar qué le pasó a la mujer, cuál fue su problema, cómo terminó matando a alguien luego de esa encerrona trágica de la que no pudo salir, pero la historia se respeta”, aseguró la guionista en entrevista con este medio.

Marisa, quien junto con Alicia Luna, es autora del libro homónimo de la serie que ha servido de base para la creación de más de 100 episodios originales, sostiene que esta es la primera vez que toma casos mexicanos para sus capítulos.

“Las mexicanas son más directas, te dicen ‘yo lo maté, le corté el cuello’, me hizo tal o cual cosa, te cuentan todo, lo que acá en Argentina es distinto”, dijo.

Incluso quedó sorprendida al percatarse que las problemáticas que más atañen a las reclusas en México tienen que ver con el abuso infantil, el alcohol y el narcotráfico que “ahora está llegando también a Argentina”.

Elyfer Torres, protagonista del primer capítulo, aseguró que su episodio deja en claro la rabia social y colectiva.

“Un guión cuando está muy bien escrito te transgrede, te hace cuestionarte cosas importantes, pero también creo que en un país donde la justicia no es suficiente, hay que recurrir a medios no necesariamente correctos antes de llegar a las últimas consecuencias. 

“Mujeres Asesinas es una ventana a las realidades que se están viviendo en el país”, dijo Elyfer.

DESPUÉS DEL ACTO ÚLTIMO

El sociólogo Felipe Gaytán aclaró que las mujeres que llegan a este acto último, y el más grave que un ser humano puede cometer contra otro, se explica por la historia de cada una de ellas y esto tiene que ver con el contexto problemático en el que están inmersas.

“Es decir, en situaciones de alta vulnerabilidad en donde ellas son agredidas, donde se sienten amenazadas y la opción que tienen es recurrir a la violencia misma y que no va a ser contenida porque no hay nadie quien la proteja o llegue para mediar el asunto y lo sienten como un recurso legítimo por la amenaza, pero en especial por la impunidad que impera.

“Después del acto último hay un arrepentimiento pero no un descanso porque sabe que su agresor ya desapareció pero ahora hay un alivio al romper con esa historia de maltrato, mientras que en la cárcel empezará una más por vivir”, finalizó el catedrático de la UNAM.

24 Horas

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