Fotografía: AFP

“¿Y para qué me voy, si en todo el país está igual? Te matan”, dice resignado Juan Pablo Rodríguez, de 18 años, sobre la posibilidad de dejar su natal Fresnillo, ciudad del norte de México acorralada por el crimen organizado.

La noche cae y el joven se apresura a recoger el puesto de perros calientes que su familia tiene en el corazón de este municipio donde el 96% de la población teme ser víctima de la delincuencia, según una encuesta gubernamental.

Es la localidad con mayor percepción de inseguridad en el país, y donde el viernes se inauguró la campaña para las presidenciales del 2 de junio con dos mujeres en contienda: la oficialista de izquierda Claudia Sheinbaum y la opositora de centroderecha Xóchitl Gálvez.

Ni la llegada de Gálvez, que decidió lanzar su campaña a la medianoche en Fresnillo, animó a Juan Pablo a trabajar unas horas extra. “Hay que irse, las calles de noche están muy solas”.

Fresnillo, de 240.000 habitantes, pertenece al estado de Zacatecas (norte), enclavado en una ruta del narcotráfico que se disputan los cárteles más poderosos de México, el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación.

Esta región, conocida por su arquitectura colonial, es feudo del partido oficialista Morena y de la familia Monreal, que controla varios cargos públicos, incluido el gobierno estatal. En 2023 hubo aquí 978 homicidios.

Ni la dinastía Monreal, cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador, está a salvo de la violencia: este año ya cuenta a dos miembros asesinados.

En los últimos dos años, miles de personas optaron por dejar sus hogares, y algunas comunidades se han convertido en pueblos fantasma.

“Descaro”

A unos pasos de donde Gálvez inició su campaña, un taxista explica sonriente cómo llegar al centro, pero en cuanto escucha la palabra “prensa” su rostro se apaga y habla entre susurros.

Rehúye las cámaras, pero acepta conversar con la AFP a condición de que ni siquiera haya un celular cerca, temeroso de que le tomen imágenes o graben su voz.

“Así está el miedo, la semana pasada ‘levantaron’ (secuestraron) a dos compañeros (taxistas) y no sabemos nada de ellos”, cuenta en voz baja este hombre de 52 años mientras mira nervioso a su alrededor.

El conductor, que pide permanecer en el anonimato, asegura que en 2023 perdió a un sobrino en una balacera, mientras que un primo y su familia fueron secuestrados. “Ya se fueron a Estados Unidos, les dieron refugio”.

Explica que la violencia en Fresnillo se desató hace unos 15 años, pero recrudeció recientemente. “Yo no sé si con otros presidentes había más control, pero con este hay descaro, los criminales hacen lo que quieren sin que les digan nada”, reprocha.

Se dice partidario de Gálvez, que arrancó su mitin pidiendo un minuto de silencio para las víctimas de la violencia. Pero planea migrar antes de los comicios.

“Estoy ahorrando para irme a Estados Unidos o Canadá”, señala el hombre, que busca poner a salvo a su hija de 15 años. “Es muy bonita, ¡imagínese que se la llevan estos criminales!”.

Aduciendo una explosión en los pedidos de asilo, Canadá anunció esta semana que volverá a exigir visa a los mexicanos.

En contraste, para Inocencia Hernández, originaria del centro del país, esta ciudad se ha convertido en la única oportunidad de encontrar empleo desde la pandemia. Es encargada de una tienda de flores.

“Es lo mismo en todo el país, ya no importa en qué estado vivas. En Puebla, que parece tranquilo, también hay mucho crimen”, dice la mujer de 30 años.

Prosperidad y violencia

Según estadísticas oficiales, México acumula unos 449.000 homicidios y más de 100.000 desaparecidos desde que en 2006 los militares fueron involucrados en la lucha antidrogas.

Un 38% de esos asesinatos ocurrieron durante el gobierno de López Obrador, que bajo el eslogan “abrazos, no balazos” propugna una política que reduzca la pobreza antes que aumentar la letalidad contra los criminales.

“¡Se acabaron los abrazos a los delincuentes!”, lanzó Gálvez en Fresnillo. Pero Sheinbaum, amplia favorita, anunció este viernes que también se enfocará en atacar las causas estructurales de la violencia.

Pese a las críticas a su plan de seguridad, el gobernante mantiene un respaldo de 70%, según encuestas.

Amanece en Fresnillo y Gálvez, una ingeniera en computación de origen indígena, emprende camino hacia otro mitin en el estado de Guanajuato, bastión del conservador Partido Acción Nacional (PAN), uno de los que impulsa su candidatura.

Este próspero estado industrial, donde operan gigantes automotrices como General Motors y Honda, es hoy el más violento de México con más de 3.100 asesinatos en 2023, según cifras oficiales.

Aquí la disputa es por el tráfico de combustible robado y la extorsión a comerciantes. Año tras año se cuentan masacres. En diciembre desconocidos dispararon contra medio centenar de jóvenes que asistían a una fiesta navideña, y dejaron 11 muertos.

Jorge Rodríguez, quien se gana la vida vendiendo comida en eventos públicos en diferentes regiones, atestigua que la criminalidad y el miedo se extienden cada vez más.

“He ido a varios estados y es la misma situación”, relata a la AFP durante el mitin de Gálvez en Irapuato, donde se declara afortunado de no haber caído en los retenes donde los criminales a menudo queman camiones y autobuses.

AFP

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