Fotografía: AFP

El mayor jardín botánico de Chile respira con dificultad. De sus 400 hectáreas, menos del 2% salió indemne de los incendios forestales que desfiguraron a Viña del Mar, aunque milagrosamente sus dos colecciones más preciadas sobrevivieron, se consuela su director.

El Jardín Botánico Nacional de Viña del Mar “ha sido siempre un pulmón verde, pero hoy día más bien parece el pulmón de un fumador”, sostiene Alejandro Peirano, el responsable de este centenario sitio de conservación ubicado en El Salto, en la región de Valparaíso, a 120 km al noroeste de Santiago.

Dentro, quedaron grandes árboles caídos, una vivienda quemada en cuyo interior murieron una funcionaria y tres familiares, además de una flora y fauna heridas.

El verde se tornó plomo, añade Peirano.

Sierra en mano, los guardaparques van cortando los troncos atravesados en los senderos. Las elevaciones del jardín quedaron reducidas a un paisaje de chamizos.

En este sitio hay unas 1.300 especies de plantas y árboles, entre ellos helechos nativos y exóticos, mirtáceas, cipreses de la cordillera, palma chilena y sakura (cerezo japonés).

Varias especies están afectadas. El fuego -intenta explicar Peirano- nunca se había comportado tan errático. Empujado por el viento, pareció ir de salto en salto, arrancando incluso de raíz árboles gigantes.

Bastó una hora para que el jardín, con diseños interiores de inspiración francesa, se marchitara casi por completo.

“Siendo optimista, digo que son cinco hectáreas las que se salvaron, el resto se quemó”, sostiene Peirano.

También marsupiales, zorros grises, aves, quiques (hurón chileno) pudieron sufrir algún daño.

AFP

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