Ante las crecientes olas de calor, París desea ampliar su desconocida red de «frío urbano» gracias al agua de su río, el Sena, que permite mantener algunos de sus monumentos a buena temperatura y evitar el uso del aire acondicionado.
El Río Sena por los monumentos
Desde hace 20 años, unos 89 kilómetros de tuberías de agua a 4 °C corren bajo los pies de los parisinos para mantener frescos varios de los lugares más emblemáticos de la capital, como el Museo del Louvre o la Asamblea Nacional, la cámara baja del Parlamento.
La capital francesa pretende convertirse en «la mayor red de refrigeración del mundo» para 2040. Para 2042, aspira a que «todos sus barrios» estén integrados en ese sistema, según Dan Lert, adjunto a la alcaldesa de París encargado del agua.
En el futuro, esta red de frío se utilizará en todos los hospitales parisinos, en algunas escuelas y en las estaciones de metro.