A lo largo de los años se han documentado diversas prácticas de los pueblos mayas en torno a los eclipses de sol y de luna. Una de las más arraigadas consiste en que, cuando uno de estos fenómenos ocurre, las personas salen a sus patios para hacer ruido con láminas, ollas o cualquier otro instrumento.
Persisten costumbres mayas en torno a los eclipses
Esto, explicó James Sarao Cauich, escritor de Mocochá que recientemente ganó el Premio de Literaturas Indígenas de América 2023 que otorga la Universidad de Guadalajara (UDG), porque se piensa que la luna está siendo mordida por hormigas.
Sucede que las palabras chi’ibal uj o chi’ibal k’íin, detalló el maestro de lengua maya, significan eclipse de luna y eclipse de sol respectivamente; y provienen de la raíz chi’ibal que en maya alude a la acción de morder y también de dolor.
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En conclusión, sentenció Sarao Cauich, el ruido se produce para que la luna despierte, se sacuda y sea liberada de las hormigas.
De acuerdo a la Dra. Martha Nájera de la Universidad Autónoma de México (UNAM) los eclipses causaban temor en el pueblo maya pues, según sus investigaciones, les hacía pensar que Dios moría.
Uno de sus métodos de defensa, abundó, era hacer una pintura que tenía como fin recrear de manera simbólica la imagen del sol que estaba desapareciendo, para después hacer un ritual que le ayude a surgir de la oscuridad.
“Cuando se producía un eclipse lunar, entre los mayas yucatecos era común hacer ruido para ayudar al astro en su tránsito: Provocaban que los perros lloraran y aullaran, o bien, las personas hacían ruido con objetos como latas, metales o maderas”.
Esta práctica era muy común tanto en Yucatán como en Campeche y Quintana Roo; y aún se practica en algunas localidades.
En estos tiempos, detalló la investigadora, se ha visto que los eclipses han trastocado actividades cotidianas como la caza o la preparación de alimentos. Como ejemplo está el acontecido en 1991 cuando en Maxcanú las mujeres no tortearon ya que pensaban que si lo hacían las piedras del fogón quedarían suaves, desencadenando un mal augurio.
“En cuanto a los hombres, ese día no fueron a la milpa ni a cazar, pues creían que los animales podían tomar actitudes distintas y llegar a herir a alguien”, relató la Dra. Nájera.
Eclipses en la ciencia
En la ciencia los eclipses también han sido fenómenos de gran relevancia, sentenció el biólogo Juan José Durán, director del planetario del ayuntamiento de Mérida “José Arcadio Poveda”.
En 1868, recordó, se descubrió el Helio cuando unos científicos mediante el uso de un espectrógrafo encontraron durante un eclipse solar una línea color amarillo, la cual era un elemento que denominaron Helio en honor al dios del sol.
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“Pensaron que solo ahí se encontraba, pero después se encontró que también hay en la tierra asociado a minerales y es el que se utiliza para inflar los globos”, expuso.
Fue también gracias a un eclipse solar total, añadió, que se probó la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Gracias a ello, comentó, se abrió una importante puerta para el análisis de la cosmografía que dio lugar a la teoría del “Big Bang”.
“Los mayas tenían bien definidas las fechas en las que iba a ocurrir eclipses. Esto lo sabemos a través de uno de los códices que sobrevivió que es el de Dresde, que se encuentra en Alemania”, precisó Durán.
Dicho documento, subrayó, contiene marcadas las fechas de algunos de los eclipses que los antiguos mayas ya habían determinado desde aquellos tiempos.
Juan Manuel Contreras