La Cámara de Representantes de Estados Unidos fracasó por sexta vez en su intento de designar a su presidente, a pesar de que el ex mandatario Donald Trump pidió a sus seguidores que pongan fin a las divisiones en filas republicanas a la hora de elegir al “speaker”.

Los antagonismos internos en la ajustada mayoría republicana persisten. Tras seis votaciones sin éxito se ha decidido aplazar la sesión hasta las 20H00 (01H00 GMT del miércoles).

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El gran favorito para sustituir a la demócrata Nancy Pelosi es el republicano Kevin McCarthy, pero un núcleo de unos 20 congresistas del ala más conservadora bloquea su elección en la cámara.

Ese grupo reducido, pero intransigente, quiere aprovechar que el partido solo dispone de una corta mayoría tras las elecciones de mitad de mandato de noviembre para imponer sus condiciones.

Sin su apoyo, McCarthy no puede ser elegido.

Estados Unidos quiere “una nueva cara, una nueva visión, un nuevo liderazgo”, afirmó uno de ellos, Chip Roy, de Texas.

McCarthy, de 57 años, ha accedido a muchas de las peticiones de este grupo, pero sigue en un punto muerto.

Ni siquiera la intervención de Trump este miércoles parece hacerles cambiar de opinión.

En su red social, el expresidente pidió al partido “evitar una derrota vergonzosa”.

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“Es hora de que todos nuestros grandes miembros republicanos de la Cámara voten por Kevin” porque “hará un buen trabajo, y tal vez incluso un gran trabajo”, publicó.

Pero la oposición parece cristalizarse.

No existe un rival de peso que haga sombra a McCarthy, con un escaño por California. El único nombre que circula como posible alternativa es el del jefe del grupo republicano, Steve Scalise, pero por el momento sin muchas posibilidades.

Entre los no refractarios se empieza a percibir cierta desazón.

“Todo esto parece desordenado”, admitió Mike Gallagher, muy cercano a McCarthy. “Pero la democracia es desordenada (…) es una característica, no un error de nuestro sistema”.

La elección del presidente de la Cámara Baja, conocido como “speaker”, el tercer cargo más importante de la política estadounidense después de la presidencia y la vicepresidencia, requiere de una mayoría de 218 votos, pero McCarthy no pasó de 203.

Esta situación, sin precedentes en los últimos 100 años, paraliza por completo la institución. Sin presidente de la cámara, los congresistas no pueden prestar juramento y, por lo tanto, aprobar ningún proyecto de ley.

Los republicanos tampoco pueden abrir las numerosas investigaciones que habían prometido contra el presidente, el demócrata Joe Biden.

¿Ventaja para Biden? 

La situación es “vergonzosa”, afirmó Biden, quien advierte que “el resto del mundo” observa la situación de cerca.

Entre risas sarcásticas y aplausos, los demócratas parecen divertirse durante las votaciones en el hemiciclo.

El partido de Biden está unido en torno a la candidatura de Hakeem Jeffries, pero este congresista tampoco tiene suficientes votos para ser elegido.

Se seguirá votando hasta que salga un presidente, algo que puede tardar horas, o semanas, como ocurrió en 1856, cuando se necesitaron dos meses y 133 vueltas.

Una cámara hostil, pero dividida, podría ser pan bendito para Biden, si confirma su intención de postularse nuevamente a la presidencia en 2024, una decisión que se espera que anuncie a principios de este año.

El presidente demócrata viajó este miércoles a Kentucky para alabar la construcción de un nuevo gran puente financiado con una faraónica ley de infraestructuras que sacó adelante en parte con algunos votos republicanos en el Congreso.

Ironía del destino, le acompañó el líder de los republicanos en la Cámara Alta del Congreso, el senador Mitch McConnell.

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