Para el doctor Paulino Dzib Aguilar, profesor investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), las series de asesinos seriales son hoy una moda que no deben ser vistas por menores de 16 años, pues puede tener impactos negativos.
De igual forma, consideró que podría afectar a personas que tengan una predisposición genética a la violencia o actos de esta naturaleza, pero dijo que la mayoría de la población no estaría en riesgo.
“Yo siento que esto es de manera cíclica, es una moda, y el impacto que va a tener, como algo nuevo, va a aparecer y luego desaparecerá, el impacto que puede tener, viendo la sociedad mexicana y la yucateca, el riesgo es de un 20%, el 80% no lo es”, expuso.
El también autor del libro “La máscara del asesino” y director de la Clínica de Justicia Terapéutica de Yucatán (Clijutey), explicó que este tipo de contenidos que se ofrecen hoy, por ejemplo, en diferentes plataformas, no afectan por igual a toda la gente.
“Van a afectar a quienes tengan una predisposición genética, o sea, tengan un temperamento con un posible trastorno, que tengan una educación criminógena, o sea, que le forjen un carácter que sus impulsos no pueda regular y que solo necesitan un detonante”, señaló.
Explicó que hay tres factores que pueden generar un comportamiento criminal: la predisposición genética, el ambiente en el que la persona se desenvuelve, se educa y el tercero es el detonador.
“Si tienes una predisposición genética y un ambiente no sano, lo que se llama ambiente criminógeno, el siguiente movimiento detonará el comportamiento, en este caso, a través de la serie”, mencionó.
Desde otra perspectiva, comentó, se puede hablar de un temperamento que es la carga genética, el carácter que es la suma de lo genético y la educación, y la personalidad, que es el comportamiento ya con la suma de factores.
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Dzib Aguilar dijo que hay otro factor que se debe tomar en cuenta y es el hecho de que, si bien en algunas personas este tipo de contenidos pueden generar conductas criminales o de violencia, en otras tantas sucede lo contrario, funciona como una forma de expiar, de canalizar, de sacar el enojo.
“No a todos les hará daño. Sí a los que estén predispuestos y hay el riesgo que con el catalizador se cometa violencia o actos criminales, pero para otros les servirá para que salga, que se canalice el enojo, y no tengan ninguna actividad criminal”, dijo.
En el caso de los menores de edad, dijo de manera contundente que no deben ver este tipo de contenidos.
“Si tú me preguntas quién lo debe ver, tendrían que ser de 16 y 18 para arriba, para abajo nadie. No es por un acto moral, sino de desarrollo neurológico. Neurológicamente el periodo de moralidad, el niño empieza a tener discusión de sus capacidades neurológicas a partir de los 10 años y lo consolidan a los 13”.
“Puede haber afectaciones en dos direcciones: que le deje un impacto muy negativo en su vida, que se inquiete mucho hasta un estrés postraumático. Y el otro extremo que se normalice y un día lo quiera llevar a la práctica”, señaló.
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