El consumo de agua para la agricultura y la ganadería, así como sus descargas residuales, van en aumento y ponen en riesgo el acuífero de Yucatán, de acuerdo con un diagnóstico del Gobierno del Estado. Entre 2005 y 2019, el volumen de agua concesionado en la entidad para actividades agropecuarias aumentó 158 por ciento, cifra que, según la administración estatal, refleja la presión creciente que este sector ejerce sobre los ecosistemas hídricos y el acuífero kárstico del que depende toda la población.

El dato se desprende del Programa de Mediano Plazo 2025–2030 en materia de Conservación del Medio Ambiente, documento en el que la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) advierte que el uso intensivo del agua en el campo, combinado con el deficiente tratamiento de aguas residuales y las descargas agropecuarias, representa un riesgo para la salud pública.

Durante el mismo periodo, las descargas de agua del sector agrícola al subsuelo aumentaron 4.5 por ciento, las pecuarias 55.4 por ciento y las acuícolas 152 por ciento, lo que agrava el riesgo de infiltración de contaminantes en el subsuelo altamente permeable del estado.

Tratamiento insuficiente de aguas residuales en Yucatán

El documento señala además que Yucatán ocupa el lugar 30 a nivel nacional en volumen de caudal tratado, con apenas 0.20 litros por segundo por cada mil habitantes, lo que evidencia una cobertura insuficiente en el tratamiento de aguas residuales. Aunque 92.2 por ciento de las viviendas cuenta con drenaje, la mayoría (85.2 por ciento) depende de fosas sépticas, lo que incrementa el riesgo de contaminación del agua subterránea.

Agricultura y ganadería ponen en riesgo el acuífero de Yucatán

La naturaleza del suelo yucateco agrava la contaminación del manto freático, aseguró el doctor Francisco Bautista Zúñiga, investigador del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM y miembro de la Asociación Mexicana de Estudios sobre el Karst (Amek), que expuso que el suelo es el gran protector del agua subterránea.

En Yucatán, ese suelo es delgado o prácticamente inexistente en la planicie costera, lo que deja al acuífero expuesto. Todo lo que descargamos arriba, se infiltra, precisó.

Alertó que las granjas porcinas y avícolas están llegando a zonas habitacionales a ensuciar el agua y es en estos lugares donde se utiliza el agua para beber, por lo que de seguir con este patrón después no tendremos de dónde obtenerla de forma adecuada.

Baja capacidad de saneamiento y riesgos ambientales

El biólogo Salvador Castell, director de la comunidad científica Va por la Tierra, recordó que esta falta de infraestructura y planeación para el manejo de aguas residuales ha llevado a que Yucatán sanee menos del cuatro por ciento del agua que utiliza, cuando hace unos años la cifra era de 6.7 por ciento.

“Estamos en los últimos lugares del país en saneamiento, junto con Campeche y Quintana Roo”, explicó, señalando que el agua subterránea es de jurisdicción federal, pero el saneamiento depende de los municipios, muchos de los cuales ni siquiera cuentan con reglamentos para realizar esta tarea.

Aseguró que es importante entender que lo que no se trata, termina en el acuífero, alertando que los contaminantes más peligrosos son los que provienen del campo, como pesticidas, herbicidas y fertilizantes, que se infiltran con la lluvia y permanecen activos por años.

Estrategias del gobierno estatal ante la contaminación

Frente a este panorama, el gobierno estatal definió como prioridad la estrategia de “Restauración y reducción de contaminación de ecosistemas hídricos”, orientada a fortalecer la infraestructura de saneamiento, regular las descargas al subsuelo y mejorar la calidad del agua para consumo humano.

Asimismo, el plan contempla armonizar la normativa estatal para mejorar la vigilancia de las descargas industriales, agrícolas y pecuarias, e invertir en equipos de laboratorio para reforzar el análisis de agua, alimentos y bebidas. La SDS clasifica esta política como una “iniciativa de alto impacto” por su relación directa con la salud pública, la sostenibilidad hídrica y la protección de los ecosistemas.

La política pública “Agua Limpia y Ecosistemas Hídricos Conservados en Yucatán” busca atender estas zonas mediante la instalación de infraestructura sanitaria, el monitoreo de la calidad del agua y programas de educación ambiental.

Retos en la gestión del agua ante el cambio climático

En Yucatán, los desafíos en la gestión del agua incluyen la vulnerabilidad del acuífero kárstico, la contaminación por aguas residuales y los impactos del cambio climático sobre la disponibilidad y calidad del recurso.

Estos factores han evidenciado la necesidad de una gestión más integral que considere tanto aguas superficiales como subterráneas, así como la actualización de la legislación estatal para clarificar las competencias de los actores involucrados.

Además, se observa la importancia de fortalecer la gobernanza local e incorporar a las comunidades en los procesos de toma de decisiones, junto con la implementación de medidas que permitan adaptarse a los efectos del cambio climático.