En el asentamiento irregular Santa Teresita, al sur de Mérida, la temporada de lluvias y huracanes se vive con miedo. Sus habitantes, unas 70 familias que suman cerca de 400 personas, aseguran que cada tormenta amenaza con derribar las endebles viviendas que han levantado con cartón, lonas, láminas de zinc y madera.

“Lo que queremos es un lugar seguro, donde ya podamos estar sin correr riesgos. Aquí las casitas se vuelan, se mojan, y la mayoría tenemos niños y personas mayores”, expresó Lucero Pérez Zulú, vecina del asentamiento, quien señaló que la comunidad lleva más de tres años viviendo en esa situación sin que se les ofrezca una solución definitiva.

Piden reubicación segura

El predio que ocupan es privado, razón por la cual el Instituto de Vivienda del Estado (IVEY) y otras autoridades les han dicho que no pueden regularizar la zona. Los vecinos aseguran que no buscan apropiarse de los terrenos, sino que piden ser reubicados en espacios donde puedan construir de manera segura.

“Nosotros no estamos pidiendo quedarnos acá a la fuerza, lo que queremos es un lugar seguro. En otros sitios se han entregado terrenos a personas que no los necesitaban realmente, mientras aquí hay familias con bebés, mujeres embarazadas y adultos mayores viviendo en casas de cartón”, denunció Pérez Zulú.

En varias ocasiones, recordó, han entregado cartas en Palacio de Gobierno y en el IVEY, pero la respuesta ha sido que, al tratarse de propiedad privada, no pueden ser incluidos en programas de vivienda. “Lo que pedimos es que se nos reubique poco a poco, según la antigüedad y la necesidad de las familias”, añadió.

Problemas de salud y falta de servicios

Además de la inseguridad habitacional, las familias conviven con un problema de mosquitos que se agrava con la humedad y la maleza. Aunque se han realizado algunas fumigaciones, los vecinos denuncian que no han sido suficientes.

“Han venido, pero solo fumigan por fuera. Aquí no hay calles, son andadores, y deberían entrar con bomba en mano. Una parte se fumigó, pero la otra quedó igual; y con las lluvias y la hierba los mosquitos están terribles”, relató la representante.

El año pasado, precisó, con apoyo de una gestión particular, lograron una fumigación integral, pero ahora, a pesar de sus solicitudes, la cobertura ha sido parcial, lo que deja a decenas de familias expuestas a enfermedades transmitidas por vectores.

A falta de servicios públicos, los habitantes han buscado soluciones colectivas. Para el suministro de agua cavaron dos pozos comunitarios con bombas, financiados con cooperaciones entre vecinos. La electricidad la obtienen mediante bajantes improvisados desde los postes cercanos. Sin embargo, esas medidas no resuelven la inestabilidad estructural de sus viviendas.

“Queremos vivir sin miedo”

“Lo principal es la vulnerabilidad de las casitas. Hay personas que apenas tienen lonas o cartón. Lo que pedimos es que se nos vea, que las autoridades se acerquen y que nos ayuden a tener al menos una pieza de material donde podamos vivir sin miedo a que se nos derrumbe todo con las lluvias”, insistió Pérez Zulú.

Los vecinos de Santa Teresita reiteran que no buscan regalos, sino oportunidades reales para mejorar sus condiciones de vida. “Sabemos que todo tiene un costo, pero queremos algo seguro. No podemos seguir con esta incertidumbre cada temporada de ciclones”, concluyó la entrevistada.