Pedro Pascal se ha ganado un lugar especial en el corazón del público gracias a su talento y carisma, destacando en producciones de gran impacto como The Mandalorian, The Last of Us y Juego de Tronos. Pero detrás de su sonrisa amable y su presencia encantadora, se esconde una trayectoria marcada por una profunda perseverancia.
A diferencia de muchos actores que alcanzan la fama en sus veinte, el ascenso de Pascal fue largo y desafiante. Su vida estuvo atravesada por crisis políticas, pérdidas personales y una carrera que tardó décadas en despegar. Durante casi 20 años, interpretó papeles secundarios y enfrentó un sinfín de rechazos, sin dejar que eso lo desalentara.
Junto con su familia, escapó de la persecución política de Chile
Pedro Pascal, cuyo nombre completo es José Pedro Balmaceda Pascal, nació en Santiago de Chile en 1975, en medio de uno de los capítulos más convulsos de la historia del país.
Sus padres, Verónica Pascal y José Balmaceda, eran activamente opositores a la dictadura militar de Augusto Pinochet, instaurada tras el violento golpe de Estado de 1973. Su militancia política colocó a la familia en una situación de alto riesgo, en una época en la que miles de chilenos fueron desaparecidos, torturados o asesinados por sus ideas.

Cuando Pedro tenía apenas nueve meses, sus padres se vieron obligados a abandonar Chile. Buscaron asilo en la Embajada de Venezuela y, tras un paso por Dinamarca, se establecieron en Estados Unidos. La familia vivió primero en San Antonio, Texas, y más adelante se trasladó al condado de Orange, en California, cuando Pascal tenía 11 años.
Cuando él tenía 20 años, su madre se suicidó
Mientras intentaba abrirse camino como actor en la exigente escena de Nueva York, Pedro Pascal enfrentó una de las pérdidas más dolorosas de su vida: el fallecimiento de su madre, Verónica Pascal. Su muerte, ocurrida en un momento clave de su desarrollo profesional, marcó profundamente su camino y añadió una carga emocional significativa a una carrera ya llena de obstáculos.
En un gesto de amor y homenaje, Pedro decidió adoptar el apellido de su madre como nombre artístico, dejando atrás el apellido Balmaceda para convertirse, desde entonces, en Pedro Pascal.
Luchó en el teatro de Nueva York durante casi dos décadas
Después de graduarse de la Escuela de Artes Tisch de la Universidad de Nueva York en 1997, Pedro Pascal optó por sumergirse en el mundo del teatro neoyorquino, en lugar de buscar de inmediato el estrellato en Hollywood. Durante casi dos décadas, trabajó de manera constante pero fuera del radar, interpretando papeles exigentes en producciones off-Broadway, mientras enfrentaba las dificultades económicas de ser actor en una de las ciudades más costosas del mundo.
Pese a lo largo y desafiante de ese período, Pascal nunca abandonó su vocación. Se mantuvo firme en su compromiso con el arte dramático, puliendo una técnica y sensibilidad que, con el tiempo, se convertirían en sello distintivo de sus actuaciones en pantalla. Su paso por el teatro le dio la profundidad emocional y la versatilidad que el público y la crítica admirarían años después.

Tuvo trabajos fijos durante muchos años
Como muchos actores en formación, Pedro Pascal combinó su vocación artística con empleos fijos que le permitieran sobrevivir económicamente. Durante años, trabajó en restaurantes como camarero y en tiendas minoristas, mientras asistía a audiciones y actuaba en producciones teatrales. Estos trabajos no fueron transitorios, sino compromisos prolongados que lo sostuvieron durante una etapa en la que su carrera aún no ofrecía estabilidad financiera.

Lo que distingue la historia de Pascal es precisamente la extensión de esa “doble vida”. A diferencia de muchos actores que desempeñan empleos temporales antes de lograr el éxito, él continuó en ese vaivén laboral hasta bien entrada su treintena. Su experiencia refleja con crudeza la realidad económica que enfrentan la mayoría de los actores, lejos de las versiones idealizadas de fama repentina en Hollywood. Pascal vivió esa lucha diaria durante mucho más tiempo del que suelen contar las historias convencionales de éxito.
Fue encasillado como actor latinoamericano
Como actor chileno-estadounidense, Pedro Pascal tuvo que enfrentarse al arraigado hábito de la industria de encasillar a los intérpretes latinoamericanos en roles estereotipados. Durante años, la mayoría de las ofertas que recibía eran para interpretar criminales, especialmente narcotraficantes o miembros de cárteles, papeles que reflejaban más los prejuicios del medio que su talento actoral.

Este encasillamiento no solo limitó sus oportunidades, sino que le impidió mostrar plenamente su versatilidad. Representó una barrera adicional en un camino ya difícil, obligándolo a redoblar esfuerzos para ser tomado en serio como actor dramático.
Su eventual reconocimiento no fue casual. Directores como los de Juego de Tronos apostaron por su capacidad interpretativa, no por estereotipos étnicos, permitiéndole romper con esos moldes restrictivos. Gracias a ello, Pascal comenzó a construir una carrera basada en el mérito y no en los roles que históricamente se asignaban a los actores latinos.
Sus primeras apariciones en TV eran de un solo episodio
Durante años, el currículum televisivo de Pedro Pascal se limitó principalmente a apariciones en episodios individuales de series de procedimiento. Entre 1999 y 2013, participó en episodios aislados de programas como Buffy, la cazavampiros, NYPD Blue, La ley y el orden: Unidad de víctimas especiales, Sin rastro, Burn Notice, The Good Wife y muchos otros. Aunque estos papeles le brindaron experiencia valiosa y una fuente de ingresos, no lograron catapultar su carrera ni aumentar su reconocimiento público.

Este patrón de papeles como "estrella invitada" refleja las dificultades comunes que enfrentan muchos actores: trabajan de forma constante para mantenerse activos y afiliados al sindicato, pero no consiguen acceder a roles recurrentes o principales. Pascal abordó estos trabajos con profesionalismo, aprovechando cada oportunidad para perfeccionar sus habilidades y ampliar su red de contactos. Sin embargo, romper ese ciclo de apariciones esporádicas resultó un desafío prolongado.
Fueron casi 15 años de roles secundarios en televisión antes de que su carrera diera un giro decisivo con su participación en Juego de Tronos.
Varios episodios que filmó no salieron al aire
A lo largo de su carrera, Pedro Pascal enfrentó una de las frustraciones más comunes entre los actores de televisión: grabar episodios piloto para series que nunca llegaron a emitirse. Los pilotos suelen generar grandes expectativas, ya que prometen estabilidad laboral y un salto en la carrera, pero a menudo se quedan en la etapa de desarrollo si las cadenas deciden no continuar con la producción.
Pascal vivió esta decepción en múltiples ocasiones, dedicando tiempo y energía a proyectos que finalmente no prosperaron. Un caso destacado fue el piloto del drama de ABC en 2011, Wonder Woman, donde interpretó un papel secundario. La serie, que tendría a Adrianne Palicki como la emblemática superheroína, no fue aprobada para su emisión a pesar de la expectación y recursos invertidos.
Estas experiencias resultaron especialmente duras, ya que representaban oportunidades reales de avance profesional que no se concretaron, obligando a Pascal a regresar constantemente al exigente ciclo de audiciones.
Estaba casi en la ruina antes de aterrizar en "Juego de Tronos"
Cuando Pedro Pascal fue elegido para interpretar a Oberyn Martell en Juego de Tronos en 2014, tenía 39 años y enfrentaba serias dificultades económicas. Aunque trabajaba de manera constante en papeles pequeños, la realidad financiera de un actor activo sin un gran éxito empezó a pasarle factura. Pascal ha confesado que apenas podía cubrir sus gastos y que estaba recurriendo a préstamos para llegar a fin de mes cuando recibió la llamada que cambiaría su vida.

“Tenía menos de 7 dólares en mi cuenta, y un pago residual de Buffy, la Cazavampiros apareció justo a tiempo y me salvó la vida; fue literalmente la razón por la que pude seguir adelante y no rendirme”, reveló Pascal en una entrevista posterior. La presión económica era tan intensa que, en más de una ocasión, se cuestionó cuánto tiempo más podría mantenerse en la actuación profesional.
"The Mandalorian" le exigía actuar sin mostrar el rostro
Cuando Pedro Pascal finalmente alcanzó el gran éxito con The Mandalorian en 2019, enfrentó un desafío particular: su personaje, Din Djarin, rara vez muestra su rostro en pantalla. El estricto código del Mandaloriano exige que lleve el casco puesto en todo momento. Después de décadas luchando por aparecer frente a la cámara, Pascal consiguió un papel principal en el que su rostro permanecería oculto durante la mayor parte de su actuación.

Esta ironía no pasó desapercibida para él, quien ha bromeado al respecto en varias entrevistas. Sin embargo, el rol requería transmitir emociones principalmente a través de la voz y el lenguaje corporal, poniendo a prueba sus habilidades actorales, forjadas durante años en el teatro. A pesar de la máscara, Pascal logró crear un personaje con el que el público conectó profundamente, demostrando que su talento podía superar incluso esta inusual limitación.
Tenía más de 40 años cuando llegó su gran fama
Pedro Pascal captó la atención del público por primera vez a los 39 años, cuando interpretó al carismático Oberyn Martell en Game of Thrones. Sin embargo, su verdadera fama llegó aún más tarde: tenía 44 años cuando se estrenó The Mandalorian y 47 cuando protagonizó The Last of Us. Esta cronología contrasta fuertemente con el patrón típico de Hollywood, donde muchos actores alcanzan el estrellato en sus veintes o treintas.
Lejos de ser un caso de éxito repentino, la popularidad de Pascal es el resultado de décadas de trabajo constante y fidelidad a su vocación. Para el momento en que el público lo reconoció como protagonista, ya había dedicado más de la mitad de su vida a perfeccionar su oficio. Su ascenso tardío es particularmente notable en una industria que históricamente prioriza la juventud, sobre todo en roles principales.
