Los juegos tradicionales son una expresión viva de la cultura de los pueblos y, por ello, reflejan su identidad. Su práctica, ya sea en el hogar, en la comunidad o en la escuela, ayuda a que las infancias se familiaricen con otras culturas y aprendan a valorarlas.
Además de ofrecer momentos de esparcimiento, estos juegos son ideales para fortalecer una convivencia basada en la diversidad y el respeto.
En la península de Yucatán se inventaron juegos y se tropicalizaron algunos. La generación X (nacida entre 1965 y 1981) fue la última en "heredar" de forma absoluta esos juegos a la generación millennial (nacida entre 1982 y 1994). Si bien estos últimos lograron disfrutar de estos pasatiempos, no lograron transmitir, de la misma forma, ese entretenimiento a sus hijos, la generación Z (nacida entre 1995 y 2009).

Todo ello trajo como consecuencia que los juegos tradicionales, poco a poco, empezaran a desaparecer. Juegos como el trompo, los yaxes, el T’injoroch o las canicas son hoy difíciles de ver en las calles de Mérida; aunque en los poblados aún es posible apreciarlos. Fuera de la tradicional "cascarita", en las calles de la capital ya no se ven niños jugando Caza venado, chácara o kimbomba.
Lo anterior es consecuencia de una generación que se ha vuelto digital, pero no de la mejor forma: una digitalización sin supervisión. De algún modo, la generación X empezó a tener acceso a la tecnología, misma que fue volviéndose mucho más accesible para las siguientes generaciones.
Es la generación Alfa (nacida entre 2010 y 2025) la que terminó por nacer en un mundo completamente digital. Si bien es la generación que tiene la información en la palma de la mano, también es un hecho que ya no muestra interés en preservar tradiciones propias de su lugar de origen.

Los clásicos juguetes que mencionamos anteriormente quedan, en su mayoría, como un recuerdo, aunque aún pueden encontrarse en mercados locales.
Lo establecido deja una gran pregunta: ¿qué juega la actual generación?
¿Qué juega la actual generación?
De acuerdo con recientes encuestas, es claro que el interés por salir a jugar se ha perdido, ya sea por la falta de motivación de los padre o por la imperante inseguridad del país. Aún ahora se puede ver, en ciertas colonias, a niños jugando en la calle, montando bicicleta o jugando futbol; pero lo que no verás es a algún niño con un juguete tradicional o divirtiéndose con juegos de antaño.
Los clásicos juguetes como muñecas, cochecitos o Legos siguen aún vigentes como parte del crecimiento de las actuales infancias. Esto se refuerza con las ventas en sitios en línea como Mercado Libre o Amazon, que durante las fechas navideñas repuntan con la venta de dichos juguetes.

La era digital
Para hablar de lo evidente, es sabido que muchos padres han dejado atrás el deseo de heredar juegos tradicionales a sus hijos, optando por lo más fácil: darles una tablet o celular.
Si bien es inevitable que los menores tengan contacto con la tecnología, también es un hecho que debe existir una responsabilidad por parte de los padres en relación con el tiempo y tipo de contenido que los niños consumen.

La preservación de lo casi extinto
Los juegos tradicionales han quedado atrás. Es extremadamente improbable que regresen, y lo único que queda es que las generaciones pasadas traten de preservarlos como objetos de museo o en su memoria.