El pequeño pueblo de Garzón, ubicado a 170 km de Montevideo, está viviendo una transformación única. Con su paisaje de viñas y olivos, Garzón ha cautivado a artistas, turistas y coleccionistas internacionales.
Gracias a su magia, el pueblo se ha convertido en un epicentro artístico en Uruguay. Aquí, la naturaleza y el arte se fusionan para crear una atmósfera que parece sacada de un sueño.
El Festival de arte que revoluciona
En su 8ª edición, el festival Campo ha sido el encargado de poner a Garzón en el radar del arte global. Creado por la fotógrafa estadounidense Heidi Lender, este evento ha convocado a más de 20 artistas internacionales.
Uno de los momentos más destacados del festival fue la instalación sonora del artista Lukas Kühne, quien, en lugar de los tradicionales bancos de la capilla local, presentó una serie de cajas de resonancia y martillos de goma.
Los artistas que visitan Garzón coinciden en describirlo como un lugar único, con una energía especial. Lukas Kühne, radicado en Uruguay, define a Garzón como "un proyecto utópico en el buen sentido".
Lo que comenzó como una pequeña localidad ha evolucionado hasta convertirse en un centro artístico que atrae a creadores y turistas de todo el mundo.
"Parece un pueblo cualquiera, pero no lo es, está lleno de belleza y magia", comenta Kühne.
Un Polo artístico
El arte en Garzón no es solo un pasatiempo, sino un negocio en crecimiento. En la plaza principal del pueblo se encuentran varias galerías que venden obras de artistas locales e internacionales.
El artista uruguayo Mauro Arbiza, que vende sus esculturas en Garzón desde hace años, afirma que, en términos de contactos, "hago más en Garzón que en Art Basel". La escena artística del pueblo atrae a coleccionistas, curadores y turistas de alto poder adquisitivo, principalmente de Europa y América.
AFP