Durante su ponencia en la cumbre Ch’abajel: Construyendo sociedades más seguras y equitativas, la doctora Eunice Rendón, experta en temas de seguridad y cohesión social, compartió su experiencia en la transformación de espacios públicos como herramientas para la creación de territorios de paz.
Su enfoque combina la participación activa de las comunidades con intervenciones artísticas y urbanas, siempre partiendo de un diagnóstico profundo de los territorios y sus problemáticas.
Rendón explicó que el primer paso en su proceso es la elaboración de un mapa georreferenciado, donde se identifican variables clave relacionadas con los problemas que se abordarán.
“Por ejemplo, si vamos a trabajar temas de violencia contra las mujeres, mapeamos las llamadas al 911 para detectar en qué colonias hay mayor incidencia de estos delitos. A partir de esos puntos rojos, realizamos visitas territoriales para escoger el lugar más adecuado para intervenir”, detalló.
Uno de los aspectos fundamentales de su metodología, dijo a 24 HORAS Yucatán, es ganarse la confianza de la comunidad antes de comenzar cualquier intervención: “Nosotros pedimos casi permiso para entrar a sus barrios”, comentó.
Este enfoque de trabajo se basa en identificar a personas clave dentro de la comunidad que pueden ser parte esencial del proyecto. Eunice Rendón destacó que el proceso de involucrar a los habitantes no es inmediato, ya que requiere tiempo y constancia: “No se convence en el primer día, pero es importante regresar, que te vean, y que noten que es algo serio”.
Una de las experiencias más exitosas que compartió fue la transformación de la colonia Las Palmitas en Pachuca. Al principio, los residentes sentían vergüenza de decir que eran de esa colonia, pues estaba asociada con la delincuencia. Sin embargo, después de la intervención, que incluyó la participación de la comunidad en la transformación del espacio, la percepción cambió completamente.
En Yucatán, la doctora Rendón mencionó su trabajo en la colonia El Roble Agrícola, donde, junto con la comunidad y la organización Arca de Noé, se transformaron más de 200 casas. Para ella, estos proyectos no solo cambian el aspecto físico del lugar, sino que también fomentan la empatía y el entendimiento entre los vecinos.
“La gente al principio veía a los adictos que venían a ayudar como personas peligrosas, pero luego se dieron cuenta de que son humanos, como nosotros. Es una enfermedad, y eso genera empatía”, explicó.
La doctora Rendón subrayó la importancia de diseñar estos espacios con un enfoque que respete y refleje el contexto local.
“Nosotros siempre hacemos un proceso de marcha exploratoria y diagnóstico comunitario, escuchamos lo que la comunidad quiere y lo traducimos en un proyecto colectivo en el que todos se sientan incluidos”, afirmó.
Además, reiteró, no se trata solo de embellecer los espacios, sino de crear un sentido de pertenencia y orgullo en los habitantes, lo que fomenta la cohesión social.