En Costa de Marfil, el tráfico de clítoris mutilados sigue siendo un problema inquietante a pesar de la prohibición de la mutilación genital femenina desde 1998.
Moussa Diallo, un exhechicero de Touba, reveló a la AFP cómo utilizaba polvo de clítoris en prácticas místicas, creyendo que le confería poder.
Diallo, que ahora aboga contra la mutilación, recuerda que el clítoris extirpado se secaba y se pulverizaba para preparar pócimas usadas para obtener poder, dinero o estatus político.
Prácticas “místicas”: mutilación
Este órgano, una vez pulverizado, se vende clandestinamente en el mercado negro por hasta 170 dólares, el salario mínimo en el país.
Por su parte, la Organización Nacional para la Infancia, la Mujer y la Familia (ONEF) señala que el tráfico de clítoris es uno de los mayores obstáculos en la lucha contra la mutilación genital en el país.
Además, aunque la ley condena esta práctica como tráfico de órganos, la falta de acción y la desinformación dificultan su erradicación.
El tráfico de clítoris no solo perpetúa la mutilación genital, sino que también la convierte en una herramienta para prácticas supersticiosas, desde mejoras en la producción agrícola hasta afrodisíacos.
La Fundación Djigui considera que este comercio contribuye significativamente a la persistencia de las mutilaciones genitales en el país.
A pesar de los esfuerzos de organizaciones como la Fundación Djigui y la publicación de estudios que documentan estas prácticas, el Ministerio de la Mujer no ha respondido a las solicitudes de información sobre el impacto del tráfico de clítoris.
Asimismo, el socioantropólogo Dieudonné Kouadio y otros investigadores confirman la existencia de este comercio clandestino, que desafía la prohibición y sigue afectando a las mujeres en Costa de Marfil.
© Agence France-Presse/ ABT
(ABT)