En medio de la devastación que sufre la Franja de Gaza, una ingeniera palestina ha desarrollado un sistema casero de desalinización utilizando materiales básicos como madera y cristal, en un esfuerzo por proporcionar agua potable a sus vecinos afectados por la aguda escasez.
El dispositivo, diseñado por Ines al-Gul, una ingeniera agrónoma de 50 años, utiliza madera reciclada de palés de ayuda humanitaria y cristales rescatados de edificios bombardeados. Este ingenioso sistema aprovecha la evaporación y condensación del agua salada del mar o de la capa freática, la cual, tras pasar por un proceso de filtración con carbón activado, se convierte en agua potable.
“Es un mecanismo muy simple, fácil de usar y construir”, explica Al-Gul desde su hogar en Jan Yunis, al sur de Gaza. El acceso al agua potable en esta región era complicado incluso antes del conflicto armado con Israel, exacerbado tras el ataque de Hamás el 7 de octubre.
Según Oxfam, la cantidad de agua disponible en Gaza ha disminuido en un 94%, y los habitantes ahora disponen de menos de 5 litros diarios, una cifra muy por debajo del mínimo recomendado en situaciones de emergencia.
Un invento que solo necesita sol
El sistema de Al-Gul se distingue por su capacidad para funcionar sin electricidad ni paneles solares, elementos escasos en Gaza debido al bloqueo y los ataques. “Solo necesitamos sol”, comenta la ingeniera, quien aprovecha las largas horas de luz solar que recibe la región, tanto en verano como en invierno.
Este ingenio ha sido una bendición para personas como Mohamed Abu Daud, un desplazado que ha recurrido al sistema para obtener agua potable. “Hace dos meses que bebemos agua gracias a este sistema”, comparte.
La ONU ya había advertido sobre los problemas de saneamiento en Gaza, donde la sobreexplotación de la reserva freática ha permitido que el agua salina del mar se infiltre, aumentando la salinidad y contaminando el suministro subterráneo.
El agua como arma de guerra
Oxfam acusa a Israel de utilizar “el agua como arma de guerra” y advierte de una “catástrofe sanitaria mortal” en Gaza. La ONG denuncia que las infraestructuras de saneamiento y aprovisionamiento de agua han sido dañadas o destruidas cada tres días desde el inicio de la guerra, lo que ha dejado al 26% de la población gravemente afectada por enfermedades prevenibles.
A pesar de los riesgos y los constantes bombardeos, Al-Gul continúa supervisando su invento con dedicación. Aunque reconoce que en Gaza nada está a salvo, sigue subiendo a su terraza para mantener en funcionamiento su preciado sistema, brindando un rayo de esperanza en medio del caos.
Con información de Agence France-Presse