FOTOGRAFÍAS: GUILLERMO CASTILLO

El Parque de las Américas, ubicado en el barrio de García Ginerés en Mérida, inició su construcción en 1943 como un proyecto emblemático de la ciudad. Diseñado por el arquitecto Manuel Amábilis Domínguez, este espacio público fue concebido como un homenaje a la unidad panamericana. Esta intención se refleja en su diseño, donde los elementos arquitectónicos y simbólicos buscan representar la hermandad entre las naciones de América Latina.

Este icónico parque se divide en cuatro secciones, cada una con su propio carácter y propósito. Sus arcos, columnas y esculturas evocan tanto la arquitectura precolombina como el art déco, estilos que han perdurado en el imaginario colectivo del pueblo yucateco y de quienes lo visitan diariamente.

Es imposible no sentirse atraído por la belleza de la fuente del Parque de las Américas, una estructura que cautiva a propios y extraños. En ella se representa a Kukulcán, la Serpiente Emplumada, deidad del panteón maya, muy venerada durante los equinoccios, cuando es visitada en Chichén Itzá, su centro ceremonial más conocido.

El Parque de las Américas no solo es un espacio para el entretenimiento, sino que también cumple un papel simbólico importante en la ciudad. Su diseño está lleno de elementos que buscan reflejar la identidad y la historia de los pueblos de América. Los murales y relieves que adornan el parque narran innumerables historias que se enriquecen día con día.

Además de su valor simbólico, este espacio público se ha convertido en un punto de referencia en Mérida. Su ubicación en el barrio de García Ginerés, anteriormente conocido como San Cosme, lo convierte en un lugar accesible no solo para quienes viven en la zona centro-norte de la capital yucateca, sino para cualquier persona que desee disfrutar de un agradable momento en compañía de amigos, familiares o pareja, mientras aprecia la belleza del lugar.

Familias, jóvenes, turistas encuentran en este espacio una alternativa para disfrutar de la ciudad sin salir de ella. El mismo espacio parece muy distinto durante el día y la noche. Durante el día, cuando el sol aún no ha caído, la presencia de visitantes es mesurada, pero tanto la fuente monumental como la Concha Acústica están al alcance, y decenas de personas acuden para tomarse una foto o disfrutar de algún antojito que puede ser consumido in situ.

Durante la noche, el flujo de visitantes es mayor. Desde hace algunos años, estos son atraídos principalmente por las delicias que se ofrecen, como las marquesitas y, especialmente, los esquites. Las personas hacen largas filas para obtener esta botana, hecha con un ingrediente muy de la región, el maíz, pero combinado con frituras que son un gusto más contemporáneo.

“El Parque de las Américas es mi lugar favorito para pasar los fines de semana con mis hijos. Les encanta jugar y a mí me gusta acompañarlos con mi esposa”, comentó Roberto López, vecino de la colonia, quien suele acudir a este espacio con sus seres queridos.

“Me encanta venir al parque por las noches. El ambiente es muy agradable y hay muchos puestos de comida. Vale la pena esperar por tu esquite o marquesita, ya que son muy sabrosos y no se ven en cualquier otro lugar de Mérida”, indicó Moisés Méndez, vecino de la colonia Francisco de Montejo.

“A mí me ha tocado ver toquines en la Concha Acústica con bandas locales, pero no olvido cuando vino Celso Piña, quien incluso repartió algodones de azúcar”, recordó Carlos Aguayo, vecino de la colonia Centro.

El parque sigue siendo un testimonio de la visión que inspiró su creación: un lugar de encuentro, reflexión y celebración de la identidad americana en el corazón de Mérida.

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