En tacos, tortas, o como dip para la botana, el aguacate es una buena opción para quienes buscan un alimento saludable, rico en vitaminas, potasio y fibra… pero también es protagonista de un capítulo devastador para el medio ambiente.
Tan solo en Estados Unidos se consumen alrededor de mil 371 millones de kilos anuales, y mientras la industria del “oro verde” sigue inovando y expandiéndose para cubrir esa demanda, a la sombra quedan algunas de las consecuencias de la masificación de un fruto que demanda mucho cuidado y tiempo por parte de sus agricultores… y todos los recursos del suelo.
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Además de exigir monitoreo constante por ser susceptible a plagas, una hectárea de aguacate requiere 7 millones de litros de agua al año, esto se traduce en 9 mil 500 millones de litros cada día, tomando en cuenta la superficie mundial de cultivos. Estas condiciones invariablemente generan estrés hídrico, un efecto devastador, señalan organizaciones ambientalistas como la Water Footprint Network.
El líquido que requiere no se puede compensar, pues son árboles que consumen y deterioran los nutrientes del suelo a niveles casi irreversibles.
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