El magnate Bernard Arnault, conocido por ser el hombre más acaudalado del planeta,  adquirió la histórica Hacienda Katanchel en Tixkokob, Yucatán, situada a solo 28 kilómetros de Mérida, para convertirla en un exclusivo destino turístico de la mano de su prestigiosa cadena de hoteles de lujo Belmond.

La ex Hacienda Katanchel, construida en el XVII, tiene una rica historia y exuberante entorno natural.

Belmond tiene considerado un ambicioso plan de restauración integral para revitalizar la hacienda y abrir un hotel de lujo en 2027, según un comunicado de la cadena hotelera.

Este complejo contará con 35 suites independientes y un programa completo de bienestar que aprovechará las 220 hectáreas de la finca. 

Entre sus atractivos destacan un cenote, un pozo sagrado y los vestigios de una pirámide maya, todo rodeado por la flora y fauna autóctonas.

El proyecto busca mantener un equilibrio entre la herencia histórica de la hacienda y las exigencias contemporáneas del lujo y la comodidad, reflejando los altos estándares de Belmond. 

La transformación de la Hacienda Katanchel no sólo respetará su arquitectura y su pasado, sino que también realzará su belleza natural y cultural.

Esta nueva adición enriquecerá la ya impresionante cartera de Belmond en México, que incluye Maroma, A Belmond Hotel, en la Riviera Maya; Casa di Sierra Nevada, en San Miguel de Allende; y Milaroca, A Belmond Hotel, en Riviera Nayarit, cuya apertura está prevista para 2025.

Belmond Ltd., reconocida por su operación de hoteles de lujo, trenes turísticos y cruceros fluviales, fue adquirida por LVMH en 2019 por 3.2 mil millones de dólares, consolidando su posición como una empresa privada bajo la dirección de Bernard Arnault. 

El empresario francés Bernard Arnault, quien lidera el conglomerado de lujo LVMH, ha expandido su imperio a lo largo de los años, incorporando marcas icónicas como Louis Vuitton, Tiffany & Co, y Dior. 

Con la Hacienda Katanchel, Arnault promete una nueva era de lujo en México, combinando la riqueza cultural de Yucatán con la opulencia y el servicio inigualables de Belmond.

Katanchel, que en maya significa “donde se pregunta al arco del cielo”, se encuentra a 28 kilómetros de Mérida, justo en la vía Mérida-Valladolid. A solo cuatro kilómetros y medio de la carretera, se accede a través de un camino blanco, facilitando la llegada a este enclave histórico.

La ex hacienda, que se extiende por 220 hectáreas y limita con 10 mil  hectáreas ejidales, fue adquirida a finales de los años noventa por Aníbal González Torres y Mónica Hernández Ramírez, impulsores del ecoturismo y la reforestación. Ellos la convirtieron en una Eco Boutique.

Previamente, perteneció, a mediados del siglo pasado, a Erick Rubio Ancona (quien también fue propietario hasta su fallecimiento de la Hacienda San Antonio Cucul) y, durante la época colonial, funcionó como estancia de ganado. 

Con el auge del henequén en el siglo pasado, se transformó en una hacienda henequenera, aunque fue abandonada tras el declive de la industria, permitiendo que la selva reclamara sus 60 edificaciones.

Hoy día, Katanchel resplandece con sus colores rojo oscuro y bordes blancos, con acabados en madera azul oscura. Todos los edificios están interconectados por caminos blancos delineados con piedras.

La hacienda ofrece alojamiento en 40 habitaciones, permitiendo albergar a 80 huéspedes. Cada una, denominada “pabellón”, cuenta con ventilación adecuada, miriñaque para mosquitos, baño privado, terraza con hamaqueros y palapa. 

Además, poseen una “mini alberca” y hamaqueros interiores, cama matrimonial o dos individuales, ventilador y agua caliente y fría. Las habitaciones especiales, “Habitación del Obispo” y “Suite Presidencial”, ofrecen decoraciones coloniales y comodidades adicionales, con la suite presidencial equipada con tina y mobiliario de lujo.

La casa principal, restaurada como estancia, mantiene sus muebles antiguos y pisos originales. Alrededor, una parvada de gansos añade un toque pintoresco, y una antigua bodega convertida en laboratorio de reforestación emplea a 90 vecinos capacitados para preservar la flora local.

El restaurante tiene capacidad para 80 comensales y ofrece una extensa carta de vinos y postres. Decorado con elementos originales y reproducciones de sillas de Indonesia, el comedor combina estilo colonial con modernidad.

La capilla, con pisos del siglo XVII, sigue siendo un lugar de interés, aunque su patrono original es desconocido. La “Tienda de raya”, ahora oficina administrativa y recepción, conserva los rieles de “truck” que recorren la hacienda.

Los huéspedes pueden elegir entre diversas actividades, como visitar las zonas arqueológicas de Chichén Itzá y Uxmal, la ciudad colonial de Izamal o los cenotes cercanos. 

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