Raphael Brandao mira con orgullo los granos que salen de su tostador: su café de alta gama fue producido por agricultores negros en Brasil, un país donde este producto sigue asociado al sufrimiento de la esclavitud.
Al abastecerse únicamente de fincas pertenecientes a afrodescendientes, este brasileño de 31 años quiere “revertir la lógica” según la cual las personas negras como él se limitan a ser “mano de obra barata”.
En su taller de tostado artesanal en Nova Iguaçu, un suburbio popular de Rio de Janeiro, da el toque final a los productos de su marca Café di Preto, lanzada en 2020.
Su logo es un puño negro levantado blandiendo una rama de café.
Brasil fue el último país de América en abolir la esclavitud, en 1888, y las desigualdades siguen siendo muy fuertes en esta tierra donde más de la mitad de los habitantes se identifica como negro (“preto”) o mestizo.
– “Primera generación” –
Con el objetivo de desmontar “el cliché de que los negros no son capaces de producir calidad”, este microempresario sólo produce “Café de especialidad”, una prestigiosa denominación controlada.
“Al principio tuve dificultades para encontrar proveedores negros”, dice, ya que la abrumadora mayoría de las plantaciones de café en Brasil son propiedad de familias blancas.
“Se trata de explotaciones mucho más grandes, encabezadas por herederos de una familia que posee plantaciones desde hace cinco generaciones. Mis proveedores negros son la primera generación que produce en sus propias tierras, a menudo sólo unas pocas hectáreas”, señala Brandao.
Seguido por más de 18.000 suscriptores en Instagram, apuesta todo a las redes sociales.
Y más de una vez ha tenido que defender su cruzada.
“A veces me preguntan: ‘¿Y si fuera lo contrario, si las tostadoras dirigidas por blancos compraran café exclusivamente a agricultores blancos?’ ¿Pero no es eso lo que sucede en la mayoría de los casos?”, rebate.
Brandao forma parte del movimiento de “Negocios Negros”, popular en Brasil, que promueve el comercio entre personas negras como herramienta para el progreso social.
– “Desde la cosecha hasta la taza” –
En los paquetes, vendidos online se lee un breve texto sobre la historia de la familia que produjo los granos, que se apilan en grandes sacos de yute en su pequeño taller de unos 20 m2 antes de ser tostados.
Cada línea de café lleva el nombre en homenaje a una mujer negra, como Dandara, heroína de una revuelta de esclavos en el siglo XVII.
La línea “Auxiliadora” honra a la cuñada de Neide Peixoto, de 49 años, una de las primeras en abastecer de sus granos a Raphael Brandao.
A 500 km de Nova Iguaçu, su plantación de 19 hectáreas se ubica en Santo Antonio do Amparo, en el corazón de una región montañosa del estado de Minas Gerais (sureste), centro de la producción de café.
“He estado en contacto con el café desde pequeña. Mis padres trabajaban en las cosechas y yo los acompañaba muchas veces”, relata Peixoto, que lleva un sombrero de paja para protegerse del sol.
Pero a diferencia de sus padres, ella cultiva café en tierras que pertenecen a su familia, en una finca comprada por su esposo y sus hermanos, también agricultores.
“Nuestra gente ha sufrido mucho en el pasado, por eso estoy muy feliz de ser una mujer negra que produce café premium”, dice.
La mayor parte de su producción es para exportación, pero los granos suministrados al Café di Preto tienen para ella un sabor especial: “Es emocionante saber que el café que produzco también lo tuesta una persona negra, es una conexión que va desde la cosecha hasta la taza”.
El concepto funcionó. Las ventas de Café di Preto han pasado de 800 kg en 2022 a 1,3 toneladas en 2023.
Este año, Brandao espera vender más de dos toneladas, tras un aumento del 20% en las ventas durante el primer trimestre.
© Agence France-Presse