Por lo menos 15 trabajos se realizan bajo el intenso sol de esta temporada, uno de estos son los albañiles que todos los días salen de casa para ganarse el sustento diario, para ello, así como la ciudadanía en general, le dan vuelta al calor bebiendo mucha agua, pero también, sueros, bolis (congeladas), paletas heladas, granizados y refrescos, entre otros.
Es el inicio de la segunda semana de mayo de este 2024, la selva de asfalto de la ciudad de Mérida arde a unos 42 grados centígrados a la sombra, son las 15 horas y la sensación es aún más sofocante en el Centro Histórico de la capital yucateca, el sol en su punto más alto no permite la proyección de sombra de los edificios, pero sí en las limitadas zonas arboladas.
En esas inmediaciones trabaja Juan José, yucateco originario de Homún, pero por azares del destino terminó viviendo en Tabasco y ahora su necesidad trabajo lo regresaron a su tierra, para laborar en la construcción del Corredor Turístico y Gastronómico de la calle 60, quien confirma que es un oficio duro, pero que se ha acostumbrado, ya que desde sus 11 años de edad, ya era ayudante con su papá para llevar uno pesos a la casa.
En esta misma zona del corazón del Centro Histórico de la capital yucateca se pueden ver a policías, repartidores, ambulantes bajo el intenso sol, para ello toman sus particulares medidas se cubren las extremidades, van tomando suficiente agua o simplemente buscan un poco de sombra para mitigar estos efectos.
Llega la hora en que muchas personas trabajadoras hacen una pausa para comer, en el Centro Histórico de Mérida, salen de sus oficinas o comercios, tienen alrededor de una hora para degustar de sus alimentos, algunos empleados estaban bajo el resguardo de una oficina/centro escolar con aire acondicionado, al salir de sus búnkeres experimentan la gran diferencia de esos oasis de frescura, versus la dura realidad de las temperaturas extremas.
No hay de otra, se debe mitigar los efectos de la llamada segunda ola de calor, para ello se debe de usar el bagaje que los yucatecos y personas que han hecho de este estado su hogar.
En situaciones desesperadas, a veces es necesario recurrir a acciones igual de desesperadas, en el tradicional barrio de Santiago, enclavado en el Centro Histórico de la ciudad de Mérida se ve a personas de diferentes edades caminar, unos lo hacen con sus bolis en mano, algunos otros tienen helados de diferentes sabores, unos más comprar paletas congeladas para que desde adentro se regule la temperatura y al fin no se sientan las extenuantes temperaturas.
Grecia González es una universitaria que para ella lo que más funciona es el agua helada, los saborines congelados con frutas de la época para mitigar el calor, ella y sus compañeros recomiendan estos productos para mitigar el calor.
El joven Cristopher recomienda consumir suero, ya que estas bebidas tienen sales y minerales necesarios para una rehidratación. Son precisamente los más jóvenes los que llevan las medidas para controlar el calor un poco más allá.
Uno aprovecha la fuente y sumerge su cabeza para regular la temperatura corporal, otros prefieren métodos más convencionales, además de agua compran sueros, de aquellos que se consiguen en farmacias o tiendas de conveniencia, ya que afirman que esos líquidos sí que quitan el calor.
Los ambulantes pareciera que tiene la oportunidad de hacer su agosto en pleno, pero desafortunadamente para vendedores de helados, bolis, paletas congeladas, aguas e incluso en las fuentes de sodas, las ventas no es lo que esperan, la competencia, afirman, pulveriza las ganancias.
Los músicos urbanos también sufren los efectos del calor como Saúl Chunan es un joven que con su guitarra eléctrica toca su repertorio para ganarse unas monedas a unos metros de la Segunda Calle Nueva, parado algunas horas debe llevar agua suficiente para que la jornada le sea más ligera, comentó que se encuentra a punto de ingresar a la universidad y las donaciones que le dan las personas que le escuchan será para forjar un mejor futuro.