El sur de Brasil “es un escenario de guerra”, con ciudades enteras bajo agua y miles de personas incomunicadas, en la mayor catástrofe climática de la región, que deja hasta el momento 75 muertos y 88.000 desalojados, dijeron el domingo las autoridades.
Desde las calles anegadas o desde el aire, las imágenes son desoladoras: casas a las que apenas se le ven los techos, gente que lo perdió todo, y el centro de la moderna Porto Alegre, la capital del estado de Rio Grande do Sul, completamente inundado.
Más de 3.000 militares, bomberos y brigadistas trabajan en el rescate de personas aisladas, en muchos casos sin suministros básicos como agua o energía eléctrica.
También en la búsqueda de desaparecidos, que ya suman 103, según la Defensa Civil.
El domingo “será un día clave para los rescates”, subrayó el ministro de Comunicación, Paulo Pimenta.
El mandatario viajó el domingo al estado sureño por segunda vez esta semana para coordinar acciones para mitigar una tragedia que no para de crecer.
El gobierno federal “agilizará la entrega de todos los recursos necesarios” para la reconstrucción, prometió Lula, al día siguiente de que Leite pidiera un “plan Marshall” para el estado, de 11 millones de habitantes.
– Donaciones y hospitales de campaña –
Los llamados a donaciones en las 334 ciudades afectadas se multiplican, así como las acciones de solidaridad.
Eduardo Bittencourt, un comerciante de 36 años, explicó en Porto Alegre cómo se organizó con un grupo de voluntarios para rescatar a personas atrapadas en sus casas con vehículos tipo ‘pick-ups’.
“Las cosas están muy complicadas, estamos ayudando a quienes podemos ayudar, pero es la ley de la naturaleza”, contó a la AFP.
Efectivos del ejército se afanan en instalar hospitales de campaña, porque cientos de pacientes debieron ser evacuados de centros de atención médica.
Desde escuelas hasta cárceles, todo tipo de infraestructuras se vieron afectadas.
El suministro de agua está interrumpido en 70% de Porto Alegre -de casi 1,4 millones de habitantes- y su región metropolitana, que tiene localidades enteras sumergidas, como Canoas, Guaíba y Eldorado.
En las calles de Guaíba, hoy convertidas en ríos, cientos de lanchas, botes inflables y motos acuáticas van y vienen sin pausa rescatando pobladores encerrados, mojados, sin energía eléctrica.
Y las aguas avanzan incontenibles hacia la metrópoli.
Según la alcaldía, el nivel del río Guaíba enclavado en la ciudad marcaba 5,30 metros, por encima del récord de 4,76 metros registrado durante unas históricas inundaciones en 1941.
Rosana Custodio, una enfermera de 37 años, relata cómo ella y su familia tuvieron que abandonar su hogar en Porto Alegre debido a las inundaciones. Con ayuda de un kayak y a nado, lograron llegar a la casa de su suegra, pero la situación se repitió al día siguiente y fueron rescatados por una lancha de amigos.
Actualmente se encuentran en un refugio tras haber perdido todas sus posesiones. Casi 17,000 personas se encuentran alojadas en refugios debido a las inundaciones que mantienen a Porto Alegre prácticamente sitiada.
El aeropuerto internacional de la ciudad está cerrado debido a la inundación de la pista. El papa Francisco envió un mensaje de aliento a la población afectada desde el Vaticano. Expertos atribuyen las devastadoras lluvias al cambio climático y al fenómeno de El Niño.
La gobernación de Rio Grande do Sul advierte sobre el riesgo de más deslizamientos y desmoronamientos de carreteras en la región.
© Agence France-Presse