Lejos de los rascacielos de Dubái, Mariam al Kalbani enseña a una joven emiratí el arte del talli, un tipo de bordado tradicional inscrito en el patrimonio mundial de la Unesco en peligro de desaparición en los países del Golfo.
Con las manos tatuadas de hena, la septuagenaria teje hilos coloridos, formando motivos que adornarán prendas o bolsas, bajo la mirada atenta de una aprendiz que vino a conocer los secretos de una práctica laboriosa, transmitida de generación en generación.
Cubierto su rostro a mitad por la burqa típica del Golfo y un velo de tela dorada, la maestra subraya la complejidad de la obra, que puede implicar hasta cincuenta hilos diferentes. Para los motivos más simples, realizados con seis hilos, un metro de bordado requiere hasta tres horas de trabajo.
En lo que respecta a la enseñanza, ésta “puede tomar uno o dos años (…) con un curso semanal”, dice Mariam al-Kalbani, que teje el talli desde la adolescencia.
– Patrimonio emiratí –
Inscrito en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la Unesco en 2022, el talli es practicado en varios de los emiratos que conforman la federación, y su origen es difícil de determinar, señala Mohammed Hassan Abdelhafez del Instituto del patrimonio de Charjah.
Los criterios de selección de la Unesco exigen sin embargo que la experiencia haya sido transmitida a través de varias generaciones, “al menos de los abuelos a los nietos”, subraya.
Mariam Al-Kalbani no logró comunicar su pasión a sus hijos. Solo a su nieta de tres años le gusta verla tejer, dice, así como sus aprendices que como Rim al-Ketbi, sigue con atención cada uno de sus gestos.
Esta estudiante de 23 años reconoce que las mujeres de su edad no están “muy interesadas” por la artesanía tradicional, pero para ella la preservación “del patrimonio emiratí es un asunto de amor por el país”.
Antes desérticos, los Emiratos Árabes Unidos experimentaron una transformación social y económica de gran magnitud en los últimos cincuenta años, especialmente en Dubái, ciudad ultra-conectada que se volvió famosa por sus proyectos desmesurados.
Pero el rico país petrolero, donde el 90% de sus 10 millones de habitantes son inmigrantes, siempre buscó preservar sus tradiciones y su modo de vida “inclusive después de la llegada de la modernidad y el descubrimiento del petróleo”, subraya Mohammed Hassan Abdelhafez.
– “Amenazado de desaparición” –
En el festival de artesanía de las industrias tradicionales de Al-Ain, el talli no es el único protagonista. En la plaza central, los hombres ejecutan una danza llamada Ayalah, en la que se esgrimen palos de bambú o fusiles descargados, al ritmo de las canciones folclóricas.
Un poco más lejos, mujeres fabrican el sadu, un tejido tradicional utilizado para carpas, tapices y sillas de montar para camello, cuya experiencia figura en la lista del patrimonio inmaterial de la Unesco desde 2011. Otras mujeres más allá venden prendas y artículos diversos.
Las autoridades de Abu Dabi registraron todas las artesanías para ayudarlos a hacerse conocer entre los jóvenes, indica una responsable del ministerio de la Cultura y Turismo del Emirato, Aisha al-Dhaheri.
También proponen formaciones, especialmente para el talli, “pues se considera amenazado de desaparición”, agregó.
En su tienda, donde bolsas, pulseras, llaveros, e inclusive incensarios, están adornados con talli, Kaltum al-Mansuri lamenta que las jóvenes estén siempre ocupadas viendo “tabletas y teléfonos celulares” cuando deberían tomar el relevo, dice la octogenaria, pues “¿a nosotros, cuanto tiempo nos queda?”.
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