En el contexto de la prolongada sequía, que inició en el país en 2019, ahora por segundo año consecutivo se pronostican entre febrero y junio cinco olas de calor en México para este año, las cuales elevarán los termómetros por arriba de los 40 grados Celsius en las zonas del sureste, Golfo, Pacífico y norte. En junio de 2023 este fenómeno meteorológico impactó con un periodo prolongado de altas temperaturas y humedad durante varias semanas, y de acuerdo con los científicos estos episodios serán más frecuentes debido al cambio climático.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), dependiente de la ONU, lanzó en mayo pasado la máxima alerta por el calor extremo que se presentará a nivel global entre 2023-2027 como consecuencia de los gases de efecto invernadero y por el fenómeno El Niño (mayor calentamiento de la superficie del Océano Pacífico que provoca aumentos de las temperaturas globales), con repercusiones severas en la salud, seguridad alimentaria, en la gestión del agua y en los ecosistemas.
Los impactos el año pasado por la sequía extrema y el calor golpearon profundamente a Europa, Medio Oriente, África Oriental, Asia, América y el Caribe, entre otras regiones del mundo, y se prevé que este año continúen causando serios estragos a las naciones.
De acuerdo con los pronósticos de la OMM, la temperatura media anual global se ubicará entre 1.1 y 1.8 grados Celsius, cuya escala es superior a la media de 1850-1900, la cual se toma como base porque fue anterior a la emisión de los gases de efecto invernadero generadas por la industria y por las actividades humanas. Sin duda, este nivel es grave, ya que el Acuerdo Climático de París (2015) establece en 1.5 grados Celsius el límite de calentamiento atmosférico, y 193 naciones más la Unión Europea firmaron el Acuerdo para evitar un calentamiento mayor a largo plazo. La mayoría no ha cumplido, y entre ellos está México. Por eso, los científicos estiman que el umbral de los 1.5 grados Celsius se superará a principios de la década del 2030.
Contrario a esos compromisos el caso de Pemex es el ejemplo más claro del incumplimiento de la reducción de gases de efecto invernadero, pues entre 2018-2021 se incrementó el nivel de emisiones de metano la atmósfera en 95.5% (más fuerte que el dióxido de carbono –CO2– causante del calentamiento global). Y mañosamente Pemex no ha transparentado aún el informe de emisiones de 2022 y 2023.
Por lo tanto, el compromiso que Andrés Manuel López Obrador refrendó, a fines de 2023, ante el enviado presidencial para el clima de Estados Unidos, John Kerry, de que Pemex reduciría en 98% sus emisiones de metano para 2024, todo indica que no se logrará. Y este retroceso traerá graves consecuencias ambientales y en la salud de millones de mexicanos que se traducirán en males respiratorios y cardiovasculares.
Con los calores extremos se avecinan problemas críticos como la falta de agua: presas vacías y bajos niveles históricos y acuíferos sobreexplotados. En el caso de México la escasez del vital líquido pone en jaque a Sonora, Baja California y Baja California Sur, Chihuahua, Durango, Nayarit, Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, San Luis Potosí, Michoacán, Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas, Guanajuato, Querétaro, Yucatán, Hidalgo, Morelos, Estado de México y Ciudad de México.
Ante esto, se aproxima una gran rebelión social por el agua, y las autoridades federales y locales sólo tienen la respuesta ‘mágica’ de las pipas de agua (que extraen el líquido de pozos sobreexplotados) o bombardear nubes con yoduro de plata para provocar lluvias.
Pero no hay nada sobre elevar el tratamiento de aguas residuales en municipios y estados, intensificar la cosecha de agua pluvial, reparar las megafugas de agua como el caso que enfrenta la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, tampoco se aborda el tema de las tarifas y masificar la instalación de medidores.
Y mientras, cabe lanzar una serie de interrogantes a las autoridades del gobierno federal y de los gobiernos estatales y muncipales: ¿Ya empezaron a instrumentar medidas estratégicas o planes integrales ante el anuncio de la OMM? ¿Ya se integró un comité científico ex profeso para darle seguimiento al pronóstico de la OMM? ¿Cómo fortalecerán al sector Salud para atender a la población con diversas enfermedades producto de altas temperaturas y contaminación del aire? ¿Y para el campo qué alternativas se tienen para garantizar que habrá producción de alimentos en el próximo quinquenio? ¿Habrá un nuevo fondo especial para enfrentar esta crisis climática y los daños a la población y al sector productivo?, ya que mientras la ONU ha pedido a los países dar prioridad para destinar más recursos contra el cambio climático, el gobierno de López Obrador desapareció los financiamientos para enfrentar el cambio climático, cuyo fondo se mantuvo vigente entre 2012 y 2020.
Y aquí vale citar que fue el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) quien promovió un amparo contra la extinción del fondo, pero en abril pasado la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), mediante la sentencia de la ministra Yasmín Esquivel Mossa negó dicho amparo al considerar que la desaparición del fondo no representaba un retroceso ambiental.
No hay duda, esta crisis climática arrastra un escenario catastrófico.