Hay estructuras que dan identidad a la ciudad de Mérida, como es el caso de las sillas confidentes: Objetos que se erigen sobre los sitios más emblemáticos de la urbe y han atestiguado toda clase de historias de amor salpicadas de romanticismo.
En los rincones más pintorescos de Mérida, las “sillas confidentes” invitan al descanso y a la contemplación. Pero más allá de su funcionalidad, estas sillas esconden una fascinante historia de amor y tradición en la capital yucateca.
Mérida, reconocida por su rica historia cultural y su herencia maya, alberga estas singulares piezas de mobiliario urbano que están esparcidas por toda la ciudad. Conocidas como “sillas tú y yo” o “sillas confidentes”, estas bancas blancas están diseñadas para que dos personas se sienten enfrentadas, conectadas por sus manijas en lados opuestos.
Si bien su origen exacto sigue siendo un misterio, se cree que estas sillas fueron inspiradas en el modelo tête-à-tête del siglo XIX, que permitía a las parejas conversar sin tocarse. Sin embargo, en Mérida, estas sillas podrían haber sido influenciadas por la moda afrancesada que predominaba en la ciudad a principios del siglo XX, durante el auge económico del henequén.
La leyenda más popular detrás de estas sillas habla de un padre sobreprotector en Mérida, quien instaló estas bancas en el parque para evitar el contacto físico entre su hija y su enamorado. Aunque la veracidad de esta historia es cuestionable, las “sillas confidentes” se han convertido en un icono de la ciudad, capturando la imaginación de residentes y visitantes por igual.
Además, Mérida ha dado un giro moderno a estas emblemáticas sillas, con versiones gigantes instaladas en el Parque Santa Lucía. Estas impresionantes piezas, fabricadas en fibra de vidrio y con una altura de 2.4 metros, son un popular punto de interés para quienes buscan una experiencia única en la ciudad.