Las piñatas artesanales que cuelgan en avenidas y calles de Mérida durante diciembre reflejan una tradición profundamente arraigada en las celebraciones decembrinas. Elaboradas de forma manual con papel periódico, cartón y papel crepé, estas piezas no solo decoran posadas y reuniones familiares, sino que también representan una fuente clave de ingresos para numerosas familias que se preparan con hasta seis meses de anticipación.
Tradición y sustento económico de las piñatas en mérida
La demanda de piñatas se ha transformado en los últimos años. De acuerdo con Luis May, comerciante dedicado a la venta de dulces y figuras festivas en el centro, la comercialización dejó de concentrarse únicamente en el primer cuadro de la ciudad.

Señaló que cada vez más personas optan por adquirir estos productos en talleres ubicados dentro de sus propias colonias, lo que facilita el acceso y evita traslados al Centro Histórico, donde tradicionalmente se agrupaban los piñateros.
Actualmente, en distintas vialidades se observan figuras de estrellas, pavos y personajes navideños, con precios que oscilan entre 150 y 250 pesos, dependiendo de los materiales y el tamaño. Estas creaciones se han vuelto un elemento indispensable en los festejos de Navidad y Año Nuevo, además de impulsar la economía local desde los barrios.



El legado artesanal de doña mechita en chuburná
Un ejemplo de esta tradición viva es María Mercedes Canul Dzul, conocida como doña Mechita, quien a sus 96 años continúa dedicada a la elaboración de piñatas desde su hogar en la colonia Chuburná de Hidalgo. Con la misma paciencia y entusiasmo de hace cuatro décadas, en vísperas de Nochebuena mantiene su rutina diaria dando forma a sus característicos pavos piñata, piezas únicas que combinan creatividad, memoria colectiva y espíritu festivo.
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Doña Mechita es reconocida por confeccionar figuras poco comunes, como pavos caracterizados como Santa Claus o inspirados en los llamados "viejos", aquellas figuras rellenas de pirotecnia que se encendían en celebraciones de antaño y que hoy permanecen en el recuerdo de generaciones pasadas.
Con serenidad, comenta que para esta Nochebuena solo le restan cuatro piezas, todas ya comprometidas, por lo que continúa trabajando con miras a las festividades de fin de año. "Los días más fuertes siempre son cerca del 24 o del 31", señala sin dejar de moldear cartón y papel.

Este oficio lo aprendió hace 40 años gracias a una vecina, cuando Chuburná de Hidalgo aún conservaba una identidad separada de la ciudad. Aunque la expansión urbana integró la colonia a Mérida, ella mantuvo intacta la tradición que hoy define su vida. Con orgullo, recuerda que una de sus creaciones incluso viajó al extranjero, llevada por un piloto "a un lugar donde cae nieve", anécdota que confirma el alcance de su trabajo.
Reconoce que la edad limita su ritmo de producción, por lo que actualmente elabora alrededor de 60 pavos piñata y algunas estrellas. Para lograrlo, inicia la preparación desde enero, casi con un año de anticipación, a fin de tener listas sus piezas para fechas clave como el inicio de la temporada decembrina. Doña Mechita se declara satisfecha de haber transmitido este arte a sus hijas, asegurando la continuidad de una tradición familiar que demuestra que la pasión y la constancia no tienen edad.

