Foto: Guillermo Castillo
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El tradicional barrio de San Cristóbal, en Mérida, vuelve a llenarse de la devoción guadalupana, pero también de comerciantes. Aunque el 12 de diciembre aún no llega, desde el martes se observa el movimiento que anticipa la celebración más grande del fervor mariano en la capital.

Los comerciantes comenzaron a montar sus puestos con imágenes, rosarios, flores artificiales, mantas y recuerdos, mientras los primeros fieles arriban para cumplir sus promesas. Por ahora, las ventas son bajas, pero la esperanza está puesta en que, conforme avance la semana, el panorama cambie.

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Comerciantes y fe que resisten cada diciembre

Frente al santuario, Roberto Martínez, quien lleva 25 años ofreciendo sus productos en el mismo punto, acomoda figuras de la Virgen y coronas entre cajas y mesas recién instaladas. Reconoce que el flujo de compradores aún es reducido, pero mantiene el optimismo que, dice, lo ha acompañado cada diciembre.

Hay mucha fe y mucho ánimo. Una vez que empiecen a llegar los Antorchistas y los peregrinos, esto despega. Aquí los esperamos en el parque de San Cristóbal”, comenta mientras ajusta el toldo que lo protegerá del sol.

A unos metros, Guadalupe May, también con dos décadas y media en el sitio, cose a mano una pequeña imagen de la Morenita sobre una banda que después venderá. Ella repite lo que ya ha visto durante años: el verdadero movimiento comienza desde la tarde del 11 de diciembre.

Estamos esperando a la gente. Que vengan a ver a la Virgen y, si podemos vender algo, mejor. Seguro el 12 esto estará lleno, como siempre”, afirma sin dejar de trabajar con aguja e hilo.

Peregrinos llegan desde distintos rincones

La llegada de los fieles empieza a sentirse. Aunque el templo permanece cerrado durante algunos momentos del día, el atrio está vivo: familias descansan bajo las sombras, jóvenes ajustan sus mochilas antes de seguir el camino, niños observan curiosos los puestos que ya ofrecen recuerdos guadalupanos.
Las historias de esfuerzo viajan entre los peregrinos como si fueran parte del aire caluroso de diciembre.

Entre ellos destaca un grupo proveniente de Champotón, Campeche. Son alrededor de doce personas, hombres y mujeres, que han corrido durante un día entero para llegar a Mérida. Se turnaron la carrera con apoyo de una camioneta, pero todos comparten la misma motivación: la fe y la promesa anual a la Virgen.

Katy, una joven antorchista de 21 años, platicó que es su cuarto año realizando el recorrido.

Salimos de Champotón, pasamos por Izamal y llegamos aquí. El camino cansa, pero la fe te empuja. Unas horas de descanso y regresamos”, explica con una sonrisa agotada pero firme.

Historias que inspiran

Más allá del cansancio físico, la entrega espiritual queda simbolizada en historias como la de Santiago Ucán, joven originario de Mama, Yucatán, quien emprendió una travesía de un mes y medio en bicicleta para llegar hasta la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México.

Con una imagen de la Virgen de 1.40 metros colocada en su bicicleta, recorrió santuario tras santuario antes de volver a Mérida. Ahora, sentado en el atrio de San Cristóbal, bebe agua y estira las piernas antes de emprender el viaje de regreso a su municipio.

Fue una promesa muy grande. Me llevó tiempo y esfuerzo, pero llegué. Ahora toca descansar un poco”, relata mirando la imagen que lo acompañó durante todo el trayecto.

Fe y tradición en el corazón de Mérida

El entorno de San Cristóbal, entre el olor a copal, las luces que comienzan a instalarse y el murmullo de oraciones que se mezclan con las voces de los vendedores, anuncia lo que se avecina: días de fe intensa, comercio vivo y un barrio que se transforma para recibir a miles de peregrinos.

El 12 de diciembre aún no llega, pero San Cristóbal ya late al ritmo de la Virgen Morena, ese ritmo que, año con año, une a devotos, comerciantes y visitantes en un mismo impulso: regresar a los pies de la Guadalupana.