Cuando los medios de comunicación internacionales elevaron el simbolismo de los campeonatos mundiales de fútbol, el escritor mexicano Juan Villoro publicó un libro de anécdotas sobre ese deporte y lo tituló Dios es Redondo.
El viernes pasado por la mañana, el presidente estadounidense Donald Trump modificó esta percepción literaria con una ceremonia para convertir la distribución de competencias de los aspirantes a la Copa Mundial 2026 en un acto personal y para, en complicidad con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, anunciar que el poder es geopolítico y es redondo.
La medalla de la paz que la FIFA se sacó de la manga y no se sabe si con la aprobación de las delegaciones de otros países se acredita como de la Paz, pero se le entregó por primera vez -y ojalá que por última- al presidente estadounidense que acababa de definir su estrategia de seguridad nacional bajo el concepto orwelliano principio de seguridad nacional de “la paz a través de la fuerza”.
Alguien podrá decir que el fútbol cada vez más es un deporte violento que basa su victoria ya en agresiones físicas contra el adversario, pero todavía existen reglas que se ilustran con el uso de tarjetas de castigo -amarillas como sanción registrada y rojas como expulsión de la competencia-, en tanto que el juego violento del poder mundial que ha estado desarrollando Trump en el primer año de su segundo periodo de gobierno no utiliza la fuerza como último recurso para frenar al adversario en el campo de fútbol sino como el primero y se aplica sin reglas y con ejecuciones extrajudiciales como los ataques con misiles o torpedos a lanchas presuntamente cargadas de droga y presuntamente conducidas por narcotraficantes.
La FIFA politizó de manera arbitraria y diríase que hasta vulgar el campeonato de fútbol 2026 para otorgarle una medalla corcholatera al presidente de Estados Unidos que aplica la paz por medio de la guerra.
Zona Zero
- El ataque con autobomba el fin de semana en un municipio de Michoacán debiera volver a prender los focos rojos que desde hace tiempo debían de estar encendidos por el uso de ataques en zonas civiles que solo tienen la caracterización de actos de narcoterrorismo. Y hay que tener cuidado con el uso de la palabra pero más con la permisividad para este tipo de actos violentos porque la Casa Blanca estaría esperando justamente estas acciones criminales para tratar de entrar a México a destruir a los cárteles del narcotráfico.

