Investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) desarrollan una alternativa ecológica que aprovecha cáscaras de melón, papaya, piña, mango, plátano y aguacate, además de restos de verduras y hortalizas, para crear platos totalmente biodegradables.
El proyecto es encabezado por el doctor Elier Ekberg Neri Torres en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB).
Doble beneficio para el ambiente
La iniciativa busca reducir el impacto ambiental de los desechos agroindustriales y generar productos inocuos que impulsen la economía circular.
El trabajo se alinea con el plan del director del IPN y con directrices marcadas por la Presidencia y la SEP.
Objetivo: utensilios que se degraden rápido
Neri Torres explicó que el objetivo es obtener utensilios biodegradables reales, ya que muchos plásticos comercializados como tales no lo son al 100%, creando una falsa percepción de sustentabilidad.
Los residuos se recolectan diariamente en la cafetería escolar y se someten a secado mediante energía solar, estufas especiales y hornos de convección.
Hacia prototipos finales
Aunque el enfoque inicial es fabricar platos de uso inmediato, el equipo analiza incorporar agentes antimicrobianos naturales para prolongar su vida útil sin generar contaminantes.
El proyecto tiene un avance del 75%, por lo que los primeros prototipos podrían estar listos en seis meses a un año.
Antes de liberarlos, deberán superar pruebas microbiológicas, de inocuidad y escalarse en un reactor de mayor capacidad.
Equipo de investigación y futuro
El equipo incluye a la doctora Selene Montserrat García Solares, a la pasante Elsa Sandoval Santamaría y a la estudiante Ivonne Gutiérrez Sánchez.
La investigación se basa en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Este proyecto podría implementarse también en el Estado de México, donde se generan unas 18 mil toneladas de residuos agroindustriales al año.
Convertir residuos en productos útiles
“No podemos pedirle a la gente que se coma la cáscara, pero sí podemos convertirla en productos útiles”, señaló Neri Torres, destacando que dar una segunda vida a los desechos es esencial para reducir la huella de carbono.

