Salvador Guerrero Chiprés
Salvador Guerrero Chiprés

por Salvador Guerrero Chiprés

En el cruce de intereses y responsabilidades entre Gobierno y sector productivo, el Consejo Coordinador Empresarial se consolida como puente entre actores anteriormente vistos como adversarios y ahora convergentes en lo esencial: México sólo aprovechará su oportunidad si camina alineado.

La última sesión de 2025, del Consejo Nacional del CCE confirma ese desplazamiento cultural y exhibe un cambio estructural en el modo como las élites económicas y políticas procesan el futuro, con liderazgos representativos de una transición estratégica, el de Francisco Cervantes, presidente saliente del CCE, y el de José Medina Mora, quien tomará el relevo.

Su relevancia no está en las biografías, sino en la continuidad institucional en el órgano de representación más importante del sector privado del país reúne a 14 organizaciones cúpula, más de 2 mil asociaciones y cerca del 80 por ciento del PIB nacional que le permite mantener una voz estable.

El CCE nació en 1976 bajo condiciones de incertidumbre económica, tensiones políticas, ajuste institucional complicado tras la devaluación del peso y el paso presidencial de Luis Echeverría a José López Portillo. Fue un dispositivo de anclaje en medio del desconcierto. Casi 50 años después no sólo promueve certidumbre en los mercados, se integra en la ecuación del desarrollo nacional desde una lógica de corresponsabilidad.

Sus siete asociados Concamin, Concanaco, Coparmex, AMIS, CMN, CNA y ABM, junto con cinco invitados permanentes Canaco, Canacintra, AMIB, Comce y Antad y dos afiliados especiales Caintra y Aamafore representan no sólo poder económico, sino diversidad sectorial.

Lo significativo en este 2025 es que encontró un ecosistema político propicio. La presidenta Claudia Sheinbaum ha impulsado un estilo de Gobierno donde la técnica y la información tienen peso equivalente al cálculo político.

Su reunión reciente en Palacio Nacional con Carlos Slim y Francisco Cervantes reveló coincidencias en cuestiones medulares: “Buenos pronósticos para el cierre de 2025 y para 2026”. La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, sigue la misma lógica de un modelo donde la gobernabilidad urbana, inversión y política social se entrelazan en vez de competir.

Cervantes deja una arquitectura de certidumbre construida en la interlocución constante, información compartida y un compromiso explícito por mantener el ánimo empresarial en un territorio de colaboración. No se trató de evitar diferencias imposibles de eliminar sino de evitar que ese disentimiento se convirtiera en parálisis.

Medina Mora en su visión pública reitera que “el CCE no es oficialismo ni oposición: es institución”. Esa frase es la afirmación de que la representación empresarial ya no se piensa como contrapeso en confrontación, sino como engrane en cooperación.

El plan es México.