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La vida musical en Yucatán se sostiene entre la fuerza de una tradición que marcó a generaciones y el empuje de una escena independiente que busca profesionalizarse. Así lo consideran dos creadores de generaciones distintas: el trovador Jorge Buenfil, con 50 años de trayectoria, y Ricardo Tovar “Rivadeneyra”, integrante de la escena contemporánea con 15 años en el medio.

En el marco del Día del Músico, establecido por la Unesco cada 22 de noviembre en honor a Santa Cecilia, la patrona de los músicos, ambos artistas platicaron para 24 HORAS Yucatán sobre su andar en esta profesión.

La trova, símbolo cultural de Yucatán

Para Buenfil, la trova, uno de los símbolos culturales de Yucatán, sigue siendo un referente que, sin embargo, no recibe el reconocimiento que merece. “Es de las cosas más importantes que tenemos y no la podemos dejar a un lado, afirmó.

Aunque en el discurso se presume que Yucatán es tierra de músicos, señaló que falta un apoyo real que enaltezca el trabajo musical: me parece increíble que el festival de trova que se hace cada año lo hagan en Querétaro. ¿Cómo no existe aquí un festival anual que convoque a nivel nacional e internacional?”

El maestro recordó que en los años setenta la trova solo se conocía en Yucatán y Cuba, y lamentó que hoy, mientras proliferan imitaciones en otros estados, la tradición local enfrenta descuidos incluso institucionales. Citó como ejemplo el mural de “Trova Yucateca” en el Palacio de la Música: “no ves a Cirilo Baqueiro, a Pastor Cervera, a Pepe Domínguez. ¿Cómo pueden llamar a eso mural de la trova? Hasta Armando Manzanero (quien figura en la pieza) decía: ‘Yo no hago trova’”.

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Más allá del reconocimiento, Buenfil consideró que la trova enfrenta otro desafío: evolucionar. “No podemos seguir haciéndola como la hacía Guty Cárdenas. Si no evoluciona, va a dejar de interesar. Los jóvenes deben seguir la tradición, pero contando su historia”, aclaró.

Y aunque admitió que, para algunos músicos que viven de serenatas, el trabajo no es escaso, insistió en que se requiere un apoyo distinto, más profundo, orientado a fortalecer la creación musical.

Perspectiva de la música contemporánea

Desde otra perspectiva, Rivadeneyra reconoció avances importantes en la escena musical yucateca. Habló de un crecimiento en las manifestaciones tradicionales, pero también en las nuevas propuestas y en la música de concierto.

Destacó la consolidación académica con instituciones como la Universidad de las Artes de Yucatán y la aparición de vitrinas culturales como las muestras musicales organizadas por la Sedeculta.

Aun así, el músico identificó pendientes, siendo el principal la circulación de proyectos: “Hay mucha oferta musical, pero falta que los artistas puedan girar dentro y fuera del estado”, apuntó.

Recordó iniciativas como la gira Raíz México, que permitía a músicos del sureste recorrer la región con apoyo federal, y planteó que, además del sector público, la iniciativa privada podría colaborar articulando festivales y programaciones para impulsar más movilidad.

Profesionalización y gestión de la música

Rivadeneyra también mencionó la necesidad de profesionalización: Antes había una laguna enorme en temas de gestión cultural, administración, fiscalización, derechos de autor”, explicó.

En su caso, dijo, para sostener su carrera tuvo que convertirse en su propio manager, gestor y productor: si se quiere vivir de la música, hay que entender que también es una estructura que debe ser rentable. El arte no está peleado con lo empresarial”.

Sobre si es difícil vivir de la música en Yucatán, respondió: “no es fácil, pero tampoco lo veo imposible. Todo depende de tener claro qué se quiere ofrecer y cuál es la propuesta de valor que nos diferencia”.

Ambos artistas coincidieron en que dedicarse a la música requiere disciplina y claridad. Buenfil aconsejó estudiar, leer y adquirir los elementos técnicos y culturales necesarios: “la inspiración no basta; confío más en estudiar”.

Rivadeneyra resumió sus recomendaciones en tres líneas: autenticidad, profesionalismo y gratitud.